
En los últimos días, las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Canadá han experimentado momentos de tensión debido a la imposición de aranceles y medidas de represalia. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció un incremento del 25% al 50% en los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio provenientes de Canadá, en respuesta a un recargo del 25% impuesto por Ontario a la electricidad exportada a Estados Unidos.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, había implementado este recargo como medida de represalia ante las políticas arancelarias de Trump. Sin embargo, tras una conversación telefónica con el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, Ford decidió suspender temporalmente el aumento del 25% en las exportaciones de electricidad. Ambos acordaron reunirse en Washington para discutir la renovación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) antes del 2 de abril, fecha en la que Trump planea imponer nuevos aranceles recíprocos.
Por su parte, el secretario Lutnick ha señalado que tanto la Unión Europea como Canadá están elevando las apuestas en la guerra comercial, participando en incrementos arancelarios recíprocos con Estados Unidos.
Mientras tanto, el presidente Trump ha criticado la dependencia de ciertas regiones estadounidenses de la electricidad canadiense, cuestionando por qué Estados Unidos permitiría que otro país suministre un recurso tan vital.
Estas medidas y contramedidas han generado nerviosismo en los mercados financieros, afectando negativamente a sectores como el automotriz y el de fabricación de maquinaria. Las asociaciones empresariales en Estados Unidos han expresado su preocupación por la inestabilidad que estas políticas pueden generar en la economía.
Se espera que las próximas reuniones entre funcionarios de ambos países en Washington ayuden a mitigar las tensiones y a encontrar soluciones que beneficien a ambas naciones, promoviendo un comercio justo y equilibrado en la región.