Agentes de policía que han sido suspendidos y mantenidos en licencia remunerada durante meses o años están señalando problemas sistémicos que llevaron a sus suspensiones y prolongaron su ausencia del servicio. Aducen que los jefes de policía son demasiado rápidos para suspender y que las investigaciones sobre presuntas faltas son con frecuencia llevadas a cabo por sus propios colegas.
Const. Pierre Fournier, un oficial de policía de Ottawa con dos décadas de experiencia, es uno de los más de 450 agentes suspendidos en 44 departamentos de policía de Ontario en la última década, lo que ha costado a los contribuyentes más de $134 millones. Fournier, quien fue diagnosticado con trastorno de estrés postraumático en 2018, fue suspendido en 2021 mientras estaba de baja médica y enfrentó cargos criminales por lo que él describe como un altercado de “cinco segundos”. Asegura que la suspensión y los cargos subsiguientes arruinaron su reputación y añadieron estrés a su vida, complicando su regreso al trabajo.
Los oficiales que han experimentado el proceso disciplinario, incluido Fournier, abogan por un cambio, incluyendo una forma más innovadora y constructiva de resolver conflictos y buscar la rendición de cuentas de los oficiales que no los envíe en un viaje burocrático prolongado. El exsenador Vern White, quien fue jefe de policía de Durham y luego de Ottawa, mencionó casos en los que se gastaron más de un millón de dólares en honorarios legales, y al final, el oficial no era culpable, sugiriendo que en algunos casos ni siquiera deberían haber sido acusados.
Este debate sobre el proceso disciplinario y su costo para los contribuyentes ha generado un intenso debate público sobre los presupuestos policiales y ha provocado indignación en línea. La situación pone de relieve la necesidad de una revisión del sistema disciplinario policial y la búsqueda de métodos más efectivos y justos para la gestión de conflictos y la rendición de cuentas.