En medio de las adversidades climáticas, los agricultores están recurriendo cada vez más a la irrigación como un salvavidas para sus cultivos. En el sur de Alberta, Canadá, donde prevalece un clima árido, la sequía está afectando duramente a los campos. Sin embargo, agricultores como Sean Stanford están logrando mantener sus cultivos gracias a sistemas de riego que dispersan agua desde canales cercanos sobre sus campos.
Aunque la región, conocida como el Triángulo de Palliser, fue considerada por el explorador John Palliser como tierra estéril e imposible para la agricultura en 1857, la irrigación ha transformado esta zona y permitido el desarrollo agrícola. En Alberta, más de 8,000 kilómetros de sistemas de conducción de agua y más de 50 embalses se dedican a gestionar 625,000 hectáreas de tierras irrigadas, lo que representa el 19% de la producción agrícola primaria bruta de Alberta.
La irrigación se ha convertido en un seguro contra la sequía. En años secos, como el actual, las áreas irrigadas continúan produciendo cosechas excepcionales, mientras que las tierras de secano tienen dificultades para producir. La agricultura canadiense está enfrentando un aumento en sequías, y los agricultores buscan modernizar y expandir la infraestructura de riego. Alberta y Saskatchewan han anunciado proyectos millonarios para mejorar la infraestructura de riego y aumentar la tierra irrigable.
Sin embargo, los críticos advierten que la irrigación no puede resolver todos los problemas agrícolas. La sobreexplotación de recursos hídricos y la evaporación del agua en sistemas de riego son desafíos que deben considerarse. Algunos expertos sugieren que en lugar de expandir la irrigación, los agricultores deberían centrarse en prácticas agrícolas alternativas, como la siembra de cobertura y la mejora de la genética de los cultivos, para mitigar los efectos del cambio climático.
En última instancia, la irrigación se ha convertido en un recurso vital para los agricultores que enfrentan condiciones climáticas cada vez más adversas. A medida que la sequía y las condiciones extremas continúan, la irrigación se erige como una herramienta esencial para mantener la producción agrícola y asegurar el abastecimiento de alimentos en regiones afectadas por el cambio climático.