Alemania: La interferencia estadounidense en las elecciones presidenciales está remodelando la política en el país

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THE LATIN VOX (19 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Las elecciones anticipadas en Alemania, previstas para el próximo mes de febrero, se están llevando a cabo bajo una atmósfera cargada de tensiones internacionales, con una influencia externa inusitada desde Estados Unidos.

La figura de Donald Trump, que regresa al centro del escenario político global con su segundo mandato, y el inusual protagonismo de Elon Musk en la política alemana, están remodelando el panorama electoral alemán y desafiando el tradicional equilibrio político del país.

En una nación que ha basado gran parte de su política exterior y de seguridad en la relación transatlántica con Washington, la ascensión de Trump ha generado un profundo desconcierto. “El ascenso de Trump y el giro hacia el autoritarismo y el iliberalismo en los EE. UU. es un desafío psicológico para una élite alemana que siempre lo ha visto como un aliado democrático y modelo», explica el historiador Ned Richardson-Little del Centro Leibniz de Historia Contemporánea de Potsdam.

Para Alemania, cuyo poder económico dentro de la UE es indiscutido y cuya dependencia de la seguridad estadounidense es evidente, la toma de posesión de Trump representa una jornada de reacomodamientos y tensiones sin precedentes.

El líder de la oposición conservadora, Friedrich Merz, se perfila como el favorito para las elecciones, poniendo el foco de su campaña en la economía alemana, que atraviesa momentos difíciles. Merz, quien ha sido parte de la estructura empresarial más influyente de Alemania, con un pasado reciente en BlackRock, ve en Trump una oportunidad para renegociar las relaciones comerciales entre Alemania y Estados Unidos.

En su discurso, Merz ha planteado la posibilidad de retomar las conversaciones de libre comercio entre la UE y EE. UU., las cuales se habían congelado durante el primer mandato de Trump, buscando evitar una espiral peligrosa de aranceles. Sin embargo, la amenaza de una guerra comercial con Estados Unidos sigue siendo una sombra que inquieta a Berlín.

El temor se materializa en cifras: según un estudio reciente del Instituto Prognos, si Trump llegara a cumplir su promesa de imponer aranceles de entre el 10% y el 20% sobre todas las importaciones, podría poner en riesgo hasta 300,000 empleos en Alemania. Este impacto sería devastador, especialmente para la industria automotriz, una de las más afectadas, dado el tamaño de la inversión alemana en Estados Unidos.

Sin embargo, en medio de este panorama económico incierto, hay un actor que se destaca en la escena alemana: la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD). Aunque históricamente este partido ha tenido vínculos con el Kremlin y su retórica antiamericana es evidente, la AfD ha sabido acercarse a Trump y, de manera crucial, al magnate Elon Musk. Musk, quien ha expresado públicamente su apoyo a la AfD, ha descrito al partido como «la última chispa de esperanza» en Alemania, lo que ha generado una polémica significativa en el país.

Durante una columna en Welt am Sonntag, Musk intentó suavizar la imagen de la AfD, sugiriendo que su candidata a canciller, Alice Weidel, es una muestra de su apertura y modernidad, algo que muchos en Alemania vieron como un intento de normalizar a la extrema derecha.

Este respaldo de Musk a la AfD va más allá de un simple apoyo electoral. La conexión entre el magnate y la ultraderecha alemana se extiende a su agenda común contra la regulación europea de discursos de odio en línea y la intención de desestabilizar la unidad de la UE.

Sin embargo, estos intentos de estrechar lazos con figuras como Trump y Musk no se ven sin contradicciones. A pesar del apoyo externo, la AfD sigue sin tener posibilidades reales de acceder al poder, ya que los partidos tradicionales alemanes han rehusado trabajar con ella en la formación de una mayoría de gobierno.

En este contexto, el actual canciller Olaf Scholz se enfrenta a la que podría ser su última batalla política. Aunque los sondeos lo colocan en tercer lugar por primera vez en la historia postbélica de Alemania, Scholz ha sabido explotar el rechazo popular hacia Trump y Musk, a quienes ha calificado de “trolls” en la política internacional.

Su mensaje a los votantes ha sido claro: «No alimenten al troll». En una rueda de prensa, Scholz alertó sobre los esfuerzos de fuerzas externas en Estados Unidos para destruir las instituciones democráticas en Occidente, una advertencia que, según analistas, podría resaltar su liderazgo mesurado frente a los excesos de Trump.

Sin embargo, más allá de las tácticas electorales, lo que realmente está en juego para Alemania es su posicionamiento frente a la nueva era de Trump. «Alemania no es lo suficientemente influyente como para detener a Trump por sí sola.

Solo una respuesta unificada de Europa tiene el potencial de actuar como un disuasivo», señala Richardson-Little. En medio de un posible endurecimiento de las relaciones transatlánticas, Alemania deberá encontrar un equilibrio entre sus tradicionales aliados y una nueva realidad global marcada por la polarización política y el ascenso de figuras autoritarias.

A medida que el 2025 se perfila como un año de cambios para la política europea, Alemania se encuentra en una encrucijada. La influencia de Trump y Musk está remodelando las dinámicas internas y externas de un país que, durante décadas, ha jugado un papel clave en la estabilidad de la UE y en las relaciones transatlánticas.

A la espera de los resultados de las elecciones, queda claro que la política alemana, al igual que la europea, será cada vez más determinada por factores globales y la constante interacción con los actores más poderosos del mundo.

Crédito fotográfico: Martin Meissner/AP Photo/picture alliance


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