Alemania y Noruega presionan a Canadá para sumarse a su programa de programa: una ofensiva estratégica en Ottawa

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THE LATIN VOX (22 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina. 

Los ministros de Defensa de Alemania y Noruega se encuentran esta semana en Ottawa en una misión de persuasión hacia el gobierno canadiense, con el objetivo de que Canadá se una a su programa conjunto de submarinos convencionales y aproveche sinergias industriales, logísticas y operativas que ya han comenzado a forjar entre Berlín y Oslo.

Dicha iniciativa coincide con el proceso en el que Canadá busca reemplazar sus actuales submarinos antes del año 2035, por lo que se ha abierto una licitación para adquirir una nueva flota en la que el grupo alemán ThyssenKrupp Marine Systems (TKMS), en sociedad con Noruega, es uno de los contendientes más activos.

¿Qué ofrecen Alemania y Noruega y por qué buscan a Canadá?

Durante su visita, el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, explicó que la colaboración entre los tres países podría abarcar múltiples frentes: “compartir astilleros, logística a ambos lados del Atlántico, intercambio de tripulaciones e incluso presencia conjunta en el Indo-Pacífico”.

Por su parte, el ministro noruego, Tore Sandvik, añadió que Noruega ya está preparando una base de mantenimiento en la base naval de Haakonsvern y que ha ofrecido a Canadá el “plano” de diseño para que construya una instalación similar en suelo canadiense, lo que acortaría los plazos de entrega y mantenimiento de la futura flota.

Las piezas clave de esta propuesta son:

  • El modelo de submarino: los germanonoruegos promueven el diseño denominado 212CD, una evolución del Type 212A, que ya está en construcción para Alemania y Noruega.
  • Integración industrial: TKMS dice estar dispuesto a fabricar partes e incluso unidades completas en Canadá si así lo decide el gobierno canadiense.
  • Sinergia estratégica: mediante la alianza, se busca reforzar las cadenas de suministro, la interoperabilidad de fuerzas navales y una respuesta conjunta frente a amenazas submarinas en el Atlántico Norte.

Contexto canadiense: urgencia y retos en el programa de submarinos

Actualmente, la Royal Canadian Navy (RCN) dispone de cuatro submarinos de clase Victoria que, según el plan nacional, serán retirados de servicio hacia 2035. Por ello, la licitación para adquirir submarinos nuevos es una prioridad del gobierno canadiense.

Las dos alternativas principales que Canadá tiene sobre la mesa son:

  • La oferta de TKMS (Alemania/Noruega) con el 212CD.
  • Una propuesta de la surcoreana Hanwha Ocean Co. con su modelo KSS-III, que promete una entrega más rápida.

Los retos para Canadá son enormes: se trata de una decisión que implicará décadas de servicio, infraestructura costosa, entrenamiento de tripulaciones y mantenimiento continuado. Un analista citado en el artículo señala que “una flota de nuevos submarinos es probablemente lo más caro y complicado que Defensa comprará jamás”.

Factores que hacen vital una decisión rápida

  • Plazo apretado: El primer submarino debe entregarse antes de 2035 para no dejar un vacío operacional.
  • Presupuesto elevado: La construcción, integración tecnológica, bases de mantenimiento y la vida útil de los submarinos implican inversiones de miles de millones de dólares.
  • Interoperabilidad: Canadá busca asegurar que su flota funcione de la mano con la OTAN, y colaborar con aliados que ya usan el mismo diseño aporta ventajas.
  • Infraestructura nacional: La propuesta germano-noruega incluye “offsets” industriales fabricación en Canadá lo cual atrae políticamente al gobierno canadiense, que prioriza empleo y desarrollo local.

Implicaciones geoestratégicas

La posible incorporación de Canadá al programa europeo de submarinos refuerza varias dinámicas:

  • Refuerzo de la OTAN en el Atlántico Norte: Con Canadá participando, se amplían las redes de patrulla, mantenimiento e interconexión naval entre Europa y América del Norte.
  • Reducción de dependencia en Asia o EE.UU.: Al elegir un socio europeo, Canadá diversifica su cadena de suministro militar y reduce dependencia de fabricantes de otros continentes.
  • Presión sobre competidores: La oferta coreana debe competir no solo en precio y plazos, sino en compatibilidad estratégica; la apuesta germano-noruega presenta una narrativa de “familia atlántica” que puede pesar políticamente.

Riesgos y puntos críticos en el proceso

  • Cambios en requisitos técnicos, desviaciones presupuestarias y demoras podrían alargar el proceso y elevar costos.
  • Si Canadá opta por un diseño diferente, deberá garantizar compatibilidad con aliados, logística de mantenimiento y formación de personal, lo que puede encarecer la operación.
  • Aceptar una fabricación parcial en Canadá obliga a construir cadena industrial nacional, lo que requiere tiempo, inversión y coordinación.
  • Una decisión prolongada o indecisa puede dejar a la RCN sin capacidad suficiente durante años críticos.

Lo que sigue: pasos inmediatos y decisivos

  • El gobierno canadiense, encabezado por Mark Carney, tiene previsto visitar astilleros en Asia como parte del proceso de evaluación.
  • Alemania y Noruega mantendrán su ofensiva diplomática en Ottawa esta semana para consolidar su propuesta.
  • La decisión final podría anunciarse en los próximos meses, tras estudios de factibilidad técnica, consultas políticas e industriales, y consideraciones presupuestarias.
  • Una vez elegido el proveedor, se abrirá la fase de diseño, construcción, base de mantenimiento y entrenamiento un programa que puede extenderse por décadas.

La visita de los ministros de Defensa de Alemania y Noruega a Ottawa no es meramente protocolaria: es una jugada estratégica dentro de un concurso de defensa de enorme dimensión para Canadá. El atractivo de combinar los submarinos 212CD con integración industrial en Canadá y con naciones aliadas tradicionales supone una opción fuerte. Sin embargo, la decisión canadiense no será solo técnica o industrial: tendrá vertientes políticas, geoestratégicas y económicas.

A medida que Canadá define su futuro submarino, lo hace también su papel naval y estratégico en el Atlántico Norte y en la alianza transatlántica. La pregunta que todas las partes se hacen es: ¿qué visión adoptará Ottawa: escoger optar por velocidad en la entrega (posiblemente surcoreana) o sumarse a una red europea que abra puertas industriales y estratégicas, aunque requiera mayor complicación?

En un mundo donde los mares vuelven a ser escenario de tensiones y presencia naval, la elección canadiense no solo construye flotas: construye alianzas para las próximas décadas.

Fuente: globalnews.ca

Foto: globalnews.ca


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