
THE LATIN VOX ( 24 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
Una nueva escalada de violencia entre Tailandia y Camboya ha encendido las alarmas regionales tras intensos enfrentamientos armados registrados este jueves cerca del templo Ta Muen Thom, en una zona fronteriza en disputa.
Al menos dos civiles tailandeses murieron y otros dos resultaron heridos por proyectiles provenientes del lado camboyano, según informaron autoridades locales.
Ambos países se acusan mutuamente de iniciar las hostilidades. Mientras Tailandia afirma que tropas camboyanas abrieron fuego primero e incluso utilizaron drones de vigilancia y lanzacohetes, Phnom Penh lo niega categóricamente.
El Ministerio de Defensa de Camboya calificó la acción como una «respuesta legítima en defensa propia ante una incursión no provocada del ejército tailandés en territorio soberano».
El conflicto, que se venía gestando desde hace semanas, ha deteriorado aún más las ya tensas relaciones entre ambos gobiernos. Tailandia ha desplegado un caza F-16 en la zona y anunció que otros cinco están en preparación.
El ejército también ordenó el cierre inmediato de todos los pasos fronterizos bajo la jurisdicción de la Segunda Región Militar, advirtiendo a la población y a los turistas evitar la zona.
Un conflicto con historia y raíces profundas
La tensión se concentra en una franja de terreno mal delimitada entre ambos países, donde se encuentran antiguos templos jemeres como Ta Muen Thom y el más conocido Preah Vihear.
Aunque la Corte Internacional de Justicia falló en 1962 a favor de Camboya sobre la soberanía de Preah Vihear, la interpretación de las líneas fronterizas sigue siendo motivo de disputa.
Este último brote de violencia comenzó con la muerte de un soldado camboyano semanas atrás durante un enfrentamiento en esa misma zona en disputa.
El conflicto se intensificó luego de que dos soldados tailandeses perdieran extremidades por minas terrestres. Tailandia acusa a Camboya de haberlas colocado recientemente, pero Phnom Penh sostiene que son remanentes de su guerra civil.
Hun Manet, primer ministro camboyano e hijo del influyente exlíder Hun Sen, advirtió que “Camboya siempre ha buscado soluciones pacíficas, pero ante una agresión armada no tenemos otra opción que responder con fuerza”. Su padre también denunció que dos provincias camboyanas fueron atacadas con artillería tailandesa.
Consecuencias políticas y diplomáticas
En Tailandia, la crisis ha tenido un impacto político directo. La primera ministra Paetongtarn Shinawatra fue suspendida de sus funciones el 1 de julio tras ser acusada de faltas éticas en su manejo del conflicto, especialmente después de que se filtrara una conversación privada con Hun Sen. La grabación generó una tormenta política interna, con críticos que la acusan de debilidad y de “inclinarse ante Camboya”.
El actual primer ministro interino, Phumtham Wechayachai, ha adoptado un tono más cauto: “La situación en la frontera es delicada. Seguiremos el derecho internacional”, dijo a la prensa este jueves.
La disputa ha desatado una guerra diplomática y comercial: Camboya ha retirado a su embajador en Bangkok y Tailandia hizo lo mismo con el suyo en Phnom Penh. Además, Camboya prohibió películas y series tailandesas, bloqueó importaciones de frutas, verduras y combustible, y cortó enlaces de internet y suministro eléctrico desde Tailandia.
La región observa con preocupación
Observadores internacionales temen que la escalada pueda desestabilizar aún más una región ya marcada por disputas territoriales en el mar de China Meridional y tensiones políticas internas. Las organizaciones de ASEAN y ONU han instado a la moderación y al diálogo, aunque por ahora ambas partes parecen atrincheradas en sus respectivas posiciones.
Mientras tanto, las comunidades fronterizas viven con miedo e incertidumbre. Agricultores, comerciantes y familias que hasta hace semanas vivían del intercambio diario entre ambos países, ahora se ven atrapados en el fuego cruzado de una crisis diplomática que amenaza con volverse aún más violenta.
El conflicto entre Tailandia y Camboya no es nuevo, pero su resurgimiento en 2025 refleja una combinación peligrosa de nacionalismo, heridas históricas sin cerrar y cálculos políticos.
A medida que el número de víctimas crece y las fronteras se militarizan, la pregunta clave es si aún queda espacio para la diplomacia antes de que la guerra se vuelva inevitable.
Crédito fotográfico: The Japan Times