Análisis: Cómo la postura de «América Primero» de Trump está amenazando la seguridad de Ucrania

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THE LATIN VOX (14 de febrero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

En el universo político de Donald Trump, cada cuestión tiene un precio. En su visión, los sentimientos no juegan un papel relevante; lo que importa son los intereses estratégicos y económicos.

Los valores compartidos o las preocupaciones humanitarias no son suficientes para asegurar acuerdos de ayuda o financiación. En este escenario, la suerte de las tierras devastadas de Ucrania oriental parece ser una preocupación menor para Trump, siempre que logre acceso a los valiosos minerales raros que se encuentran bajo esas regiones.

El proceso de paz que Trump promete no busca justicia, sino conveniencia. No se trata de resolver el conflicto de manera moral, sino de demostrar quién puede «hacer que suceda». Trump ha dejado claro que está dispuesto a presionar tanto a Ucrania como a Europa para que hagan concesiones que convenzan a Rusia de firmar un acuerdo. Lo único que queda por definir es cuánto costará el acuerdo.

“Solo estoy aquí para conseguir la paz”, dijo Trump desde la Oficina Oval, el epicentro de su administración, donde las decisiones se toman a diario. “No me importa mucho nada más, solo quiero evitar que millones de personas mueran”.

Con estas palabras, Trump expresa su enfoque pragmático y desprovisto de emoción sobre el conflicto. Esta postura marca un giro radical en la política estadounidense hacia Ucrania, que en el pasado había estado enfocada en ayudar al país a defenderse, pero sin involucrarse en la resolución completa de la guerra.

Durante su mandato, la administración de Biden había gestionado los efectos de la agresión rusa, pero ahora Trump se presenta como la solución, aunque en realidad, su “solución” implica instar a Ucrania a rendirse. “Dejen de resistir” parece ser el mensaje implícito.

Desde la invasión de Rusia en 2022, la política en la Casa Blanca había sido clara: «Nada sobre Ucrania sin Ucrania». Funcionarios del gobierno de Biden insistían en que solo Ucrania debía decidir cuándo estaba lista para negociar.

Sin embargo, todo ha cambiado con la llegada de las elecciones en EE. UU. La derrota de Biden ante Trump se ha interpretado como una traición a Ucrania, entregando el conflicto a una política de “América Primero”, que prioriza los intereses estadounidenses por encima de las necesidades de sus aliados.

En recientes declaraciones, Trump destacó: “Nosotros somos los que lo estamos frenando, y francamente, iremos tan lejos como sea necesario, porque no vamos a permitir que pase lo otro”. Estas palabras parecían ser el único consuelo en su discurso, indicando que no dejaría que Ucrania colapsara por completo. “Pero el presidente Putin quiere la paz ahora, y eso está bien, y no la quería con Biden”, añadió Trump.

Algunos analistas, tanto ucranianos como rusos, especulan sobre un plan más elaborado de Trump, tal vez buscando consolidar Europa para luego presionar a Rusia como un frente unido, mientras desploma los precios del petróleo. Sin embargo, observando sus políticas en Gaza y su estilo negociador, parece que Trump solo busca un acuerdo sin mayor complejidad.

El nombramiento de Steve Witkoff, su principal negociador en acuerdos como el cese al fuego en Gaza, en lugar del general Keith Kellogg, pone de manifiesto la naturaleza completamente pragmática de las negociaciones propuestas por Trump. Al final, todo parece reducirse a un trato inmobiliario más.

Europa, por su parte, se cuestiona si Trump está a punto de imponerles un hecho consumado en su flanco oriental, buscando comprometer a las tropas europeas sin la protección de la OTAN en un acuerdo de seguridad negociado únicamente entre Moscú y Washington. “¿Qué queda por negociar?”, se preguntaba un funcionario europeo, calificando el acuerdo como una «rendición».

De hecho, esta fue solo la oferta inicial de Trump. Rusia ya ha indicado que desea que el acuerdo vaya más allá. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha solicitado que el acuerdo aborde las “raíces del conflicto”, que, según él, incluyen la postura pro-occidental de Ucrania y las expansiones de la OTAN en las décadas de 1990 y 2000.

Putin podría exigir que las fuerzas estadounidenses retiren su presencia de los países bálticos, Polonia y otros antiguos países comunistas, lo que generaría temores de nuevas anexiones rusas sin tropas estadounidenses para garantizar su defensa. Este escenario se ha vuelto más probable después de que Pete Hegseth, secretario de Defensa de Trump, mencionara la posibilidad de reducir las fuerzas estadounidenses en Europa como parte de cualquier acuerdo.

En realidad, Trump no está negociando con Rusia, sino con Europa. Europa, por su parte, ha presentado su contrapropuesta: considerarnos como socios y otorgarnos un lugar en la mesa de negociaciones. “No debemos descartar nada antes de que las negociaciones comiencen”, afirmó Kaja Kallas, la alta representante de la UE para la política exterior, antes de la reunión de la OTAN. “Está claro que cualquier acuerdo realizado a nuestras espaldas no funcionará. Necesitan a los europeos, necesitan a los ucranianos”.

La gran incógnita ahora es qué pasos dará Trump a continuación, como dejó claro Hegseth: “Todo está sobre la mesa”. “En sus conversaciones con Vladimir Putin y Zelensky, lo que decida permitir o no está en manos del líder del mundo libre: el presidente Trump”.

Lo que sigue siendo incierto es quién forma parte de ese «mundo libre» ahora, y a qué precio se permitirá la entrada.

Crédito fotográfico: ABC News


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