Análisis: El polémico intercambio de prisioneros entre EE.UU. y Venezuela abre más dudas que certezas

To shared

THE LATIN VOX (26 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Lo que fue presentado como un triunfo diplomático por la Casa Blanca ha desencadenado una tormenta de preguntas sobre la coherencia, los principios y los verdaderos objetivos de la política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela.

El reciente intercambio de prisioneros entre ambos países —que incluyó la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela a cambio de la repatriación de más de 250 venezolanos desde EE.UU.— ha revelado una compleja red de tensiones internas, intereses cruzados y contradicciones que afectan el liderazgo estadounidense en América Latina.

A primera vista, el éxito es innegable: Washington celebra el regreso de todos los ciudadanos y residentes estadounidenses liberados por el régimen de Nicolás Maduro. Pero analistas y exfuncionarios estadounidenses advierten que el costo diplomático ha sido alto y que, en lugar de fortalecer su posición en la región, EE.UU. ha cedido terreno político y moral.

Intercambio desigual y sin garantías

Para el analista Carl Meacham, exasesor del Senado de EE.UU., el resultado del acuerdo fue, en el fondo, una derrota para la diplomacia estadounidense. “Estados Unidos fue, en efecto, engañado en esta negociación. Se prometía un intercambio tripartito y recíproco, pero el régimen venezolano liberó solo a 57 prisioneros políticos, la mayoría sin peso ni visibilidad, mientras continuaba deteniendo a más opositores”, explica.

La operación, además, dejó sin resolver la situación de cientos de presos políticos en Venezuela, incluyendo periodistas, defensores de derechos humanos, menores de edad y activistas sociales, quienes permanecen en condiciones arbitrarias e inhumanas.

El Salvador, el aliado silencioso

Una pieza inesperada en este rompecabezas ha sido El Salvador. El gobierno de Nayib Bukele aceptó albergar temporalmente a los venezolanos deportados desde EE.UU., algunos de los cuales fueron enviados directamente a cárceles de alta seguridad sin debido proceso, según denuncias.

El episodio ha encendido alarmas entre defensores del estado de derecho, ya que EE.UU. —tradicional abanderado de los derechos humanos— no ha presentado pruebas que justifiquen las acusaciones criminales contra los deportados.

Choque de visiones en Washington

Detrás de la aparente unidad del Gobierno de Trump, hay una profunda pugna interna por el rumbo de la política hacia Caracas. Por un lado, Richard Grenell, enviado especial del presidente Trump, ha impulsado una línea más pragmática, centrada en negociaciones directas y alivio parcial de sanciones, incluso favoreciendo el regreso de empresas como Chevron al país sudamericano.

En el otro extremo, el secretario de Estado Marco Rubio mantiene una postura más dura, reacia a cualquier concesión. Esta fractura ha debilitado la consistencia de la estrategia de Washington y ha dejado a Venezuela como un tablero de juego de poder interno más que de política internacional coherente.

Doble discurso y contradicciones

La reacción pública del Departamento de Estado no ha hecho más que profundizar la confusión. Días después del intercambio, su oficina para el Hemisferio Occidental acusaba al gobierno de Maduro de mantenerse “ilegalmente en el poder” tras las elecciones de 2021, al mismo tiempo que EE.UU. sigue adelante con gestiones para eliminar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para los venezolanos alegando que “las condiciones han mejorado” en su país de origen.

“Es una paradoja peligrosa”, señala Carolina Jiménez, directora de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA). “Por un lado, Estados Unidos denuncia la represión y el colapso institucional en Venezuela, pero por otro, actúa como si fuera seguro devolver a personas a ese mismo entorno”.

¿Y ahora qué?

El intercambio ha dejado una sensación de alivio para las familias de los liberados, pero también una sombra de incertidumbre sobre el futuro. ¿Será este un precedente para nuevas negociaciones? ¿O se trata de un episodio aislado que refuerza las incoherencias del enfoque estadounidense hacia la región?

En última instancia, la política exterior se mide tanto por sus logros como por su capacidad de sostener principios. Y en este caso, Estados Unidos parece haber logrado una victoria táctica… pero a costa de un retroceso estratégico.

Fuente : CNN en Español.

Crédito fotográfico: Colombia One


To shared