Análisis: ¿Está Canadá forjando su identidad belicista con la promesa del 5% a la OTAN?

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THE LATIN VOX (2 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

En la reciente cumbre de la OTAN en La Haya, el nuevo Primer Ministro de Canadá, Mark Carney, lanzó una promesa que resonó tanto en salones diplomáticos como en salas de redacción: Canadá invertirá hasta el 5% de su PIB en defensa. Traducido en cifras concretas, esto equivale a unos asombrosos 150 mil millones de dólares al año.

Pero esta inversión histórica plantea una pregunta inquietante: ¿Está Canadá dejando atrás su identidad pacifista para convertirse en una potencia militar? ¿Está, como en la antigua metáfora bíblica, convirtiendo sus arados en espadas?

Armas sí, pero también mantequilla

Carney ha sido claro: “Estamos protegiendo a los canadienses contra nuevas amenazas. Ojalá no tuviéramos que hacerlo, pero es nuestra responsabilidad”. Reconoce que las Fuerzas Armadas Canadienses han operado durante años con equipos obsoletos y condiciones laborales desfasadas. El nuevo presupuesto busca corregir eso.

Sin embargo, no se trata solo de tanques, cazas y municiones. Canadá parece querer un poco de todo: seguridad nacional, desarrollo económico, autonomía industrial y alianzas estratégicas. Una reinterpretación moderna del viejo dilema de “armas o mantequilla”, donde ahora ambas cosas parecen posibles… al menos sobre el papel.

El pacto con Europa: más negocio que blindaje

Uno de los anuncios más celebrados de la cumbre fue el acuerdo industrial en defensa entre Canadá y la Unión Europea, encuadrado dentro del ambicioso plan europeo “ReArm Europe”, que movilizará 1.25 billones de dólares para revitalizar las capacidades militares del continente.

Para Canadá, este acuerdo abre una ventana de oro para sus contratistas: podrán vender equipos y tecnología al mercado europeo. Pero, paradójicamente, el pacto no garantiza que Canadá pueda comprar rápidamente lo que necesita para sus propias tropas.

Como advirtió Seth Jones, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en Washington, “las bases industriales europeas no están preparadas para un conflicto prolongado”. Las carencias en defensa aérea, fuego indirecto de largo alcance y cadenas de suministro son evidentes. En otras palabras, Europa podría tardar años en poder ayudar a Canadá a rearmarse.

¿Qué haría Polonia?

Un ejemplo contrastante es Polonia, que desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, ha invertido velozmente en defensa, alcanzando un gasto del 4.7% de su PIB. Pero a diferencia de Canadá, Varsovia no esperó acuerdos multilaterales. Compró directamente a EE.UU. y Corea del Sur, diversificando sus proveedores y asegurando entregas inmediatas. Incluso frente al escepticismo sobre la fiabilidad de EE.UU. como aliado, Polonia actuó con pragmatismo: “Es una póliza de seguro”, dijo su ministro de defensa.

¿Puede Canadá hacer lo mismo?

Los atajos existen, pero no entusiasman

Canadá posee mecanismos para acelerar adquisiciones urgentes, como el Requisito Operativo Urgente (UOR) o el Aviso de Adjudicación Anticipada de Contrato (ACAN), que permiten comprar sin pasar por largos procesos burocráticos.

Sin embargo, cuando se le preguntó directamente si usará esas herramientas, Carney fue evasivo. Prefiere “cambiar la maquinaria de adquisiciones”, creando una nueva agencia de compras. Recién entonces, afirmó, evaluarán ajustes para comprar más rápido… y preferiblemente canadiense.

¿Promesa o paradoja?

Al final, el dilema no es si Canadá debe gastar en defensa, sino cómo y con qué fin. ¿Se trata de garantizar la seguridad nacional? ¿De aprovechar una oportunidad económica? ¿De mantener relevancia geopolítica en un mundo cada vez más polarizado?

Si bien el discurso oficial se centra en la seguridad, la realidad apunta a un modelo mixto donde el rearme es también una herramienta de desarrollo económico y diplomacia industrial.

Lo cierto es que, al menos por ahora, Canadá no está forjando espadas con sus arados. Está intentando construir un complejo sistema donde los arados se conviertan en espadas… sin dejar de arar.

Crédito fotográfico: Geert Vanden Wijngaert/AP


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