Análisis: La derrota del liberalismo en Francia y Europa

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THE LATIN VOX (2 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Cuando Emmanuel Macron fue elegido presidente de Francia en 2017, muchos lo vieron como la esperanza del liberalismo para el futuro de Europa. Su victoria fue interpretada como un rechazo a la ola populista y antiestablishment de la época.

Fue aclamado como el «líder de Europa» y su ascenso a la presidencia se presentó como una revolución democrática «sin picos ni horcas», según el The Economist. Pero hoy, siete años después, esa promesa parece haberse desmoronado, y el «revolucionario pacífico» enfrenta una crisis política de su propia creación.

El balance de su presidencia muestra una serie de fracasos que minaron su popularidad y credibilidad. A mediados de 2024, la economía de Francia muestra un déficit del 6.2% del PIB, un aumento alarmante respecto al 2.6% cuando asumió el cargo.

Si bien los ricos se han beneficiado enormemente, con las mayores fortunas del país aumentando un 87% desde 2020, los problemas sociales persisten y se profundizan. Las escuelas públicas están desbordadas, los estudiantes y profesores se ven agobiados por las clases más grandes de Europa, y miles de personas en el país viven en «desiertos médicos», sin acceso adecuado a servicios de salud.

El enfoque económico de Macron, que se inspiró en una serie de recortes fiscales para los más ricos, fracasó rotundamente. Según su propio asesor económico, la estrategia «no funcionó». En lugar de fomentar el crecimiento económico, contribuyó a una mayor desigualdad, mientras que los sectores más vulnerables de la sociedad, como las clases trabajadoras y las personas mayores, vieron empeorar sus condiciones de vida.

Además, el intento de Macron de presentar una «revolución democrática» se desmoronó bajo la violencia policial y el creciente autoritarismo. Bajo su mandato, la violencia policial aumentó significativamente, con un uso desmedido de balas de goma y un aumento en los casos de muertes a manos de las fuerzas de seguridad. Además, el presidente ha facilitado la normalización de la extrema derecha, adoptando parte de su lenguaje y pasando leyes que fueron celebradas por figuras como Marine Le Pen como victorias ideológicas.

Macron también ha gobernado de manera cada vez más antidemocrática. Utilizó el artículo 49.3 de la constitución francesa para aprobar leyes sin el consentimiento del parlamento, y trató de excluir a la izquierda del gobierno, a pesar de que la coalición de izquierda, el Nuevo Frente Popular, ganó las elecciones legislativas de 2024. Este estilo de gobierno ha sido criticado por su falta de respeto por la democracia, lo que ha generado un malestar creciente en la sociedad francesa.

Uno de los episodios más emblemáticos de la presidencia de Macron fue la respuesta a las protestas de los «chalecos amarillos». Vanessa Langard, una manifestante que fue alcanzada por una bala de goma durante las protestas de 2018 y quedó ciega, es un claro ejemplo de los efectos de la política de Macron. Langard, como tantos otros, ha sido empujada a la precariedad, dependiendo de un sistema de salud cada vez más recortado, mientras la vida de los más ricos continúa mejorando.

En su intento por salvar la imagen de Francia, Macron ha luchado recientemente por mantener la popularidad de la serie Emily in Paris, una representación ficticia del país que encarna la Francia que él quería gobernar: una nación de startups, lujo y exclusividad. Sin embargo, la realidad de muchos franceses no se asemeja en nada a esa fantasía. La pobreza, la inseguridad laboral y la exclusión social son los temas que realmente definen la vida en Francia bajo el liderazgo de Macron.

Con más de dos años por delante en su mandato, Macron no muestra señales de cambiar de rumbo. Sus recientes reuniones secretas con miembros de la extrema derecha y su aparente deseo de hacer de las próximas elecciones una confrontación de «proyectos» sin una crítica moral, reflejan un giro preocupante hacia la consolidación de fuerzas políticas peligrosas.

Al igual que el rey Lear, Macron parece haber quedado cegado por su propio narcisismo, entregando el futuro de su país a una fuerza destructiva que él mismo ha ayudado a crecer.

La presidencia de Macron ofrece una lección fundamental sobre lo que ocurre cuando el liberalismo se despoja de sus valores fundamentales. Al mantener solo la forma del liberalismo, sin sus principios morales y éticos, se convierte en una estructura vacía y frágil, incapaz de mejorar la vida de quienes más lo necesitan.

En su afán por complacer a los más poderosos, ha dejado de lado a los más vulnerables, y ha facilitado el ascenso de una extrema derecha que está socavando la democracia que pretendía defender.

Macronismo ha fracasado. Y con ello, también ha fracasado la promesa de un liberalismo que, sin valores ni principios, no puede ofrecer un futuro justo ni próspero para nadie fuera de las élites.

Crédito fotográfico: Ed Alcock/MYOPThe Economist


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