Análisis: La relación delicada entre Musk y Trump presagia problemas para la plataforma X

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THE LATIN VOX (17 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz

¿Ha llegado el fin de X? La red social que alguna vez fue un punto de encuentro digital para la libre circulación de ideas y el debate público ha experimentado su mayor éxodo de usuarios hasta la fecha.

Bluesky, su emergente competidor, ha sumado ya 16 millones de usuarios, con un millón de nuevos registros en solo 24 horas la semana pasada. Desde la victoria electoral de Donald Trump, el 6 de noviembre, cientos de miles de usuarios han decidido abandonar lo que antes era Twitter, temerosos de lo que podría representar el futuro de la plataforma bajo la dirección de Elon Musk.

Musk, el magnate tecnológico que ahora se encuentra en el centro del poder político en Estados Unidos, controla X sin necesidad de la aprobación del Senado y mantiene sus negocios en el sector privado, con empresas como Tesla y SpaceX. Por primera vez en la historia, un multimillonario de la tecnología está moldeando la democracia no solo a través de los medios, sino también de manera directa.

El analista tecnológico Rob Enderle, presidente de la firma Enderle, señala: «No estoy al tanto de ningún precedente para este enfoque». En 2022, Musk había afirmado que «para que Twitter merezca la confianza pública, debe ser políticamente neutral, lo que significa molestar tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda por igual». También había expresado su opinión de que «Trump tendría 82 años al final de su mandato, lo que es demasiado mayor para ser el director ejecutivo de cualquier cosa, y mucho menos de los Estados Unidos».

Sin embargo, en un giro de 180 grados, Musk adquirió Twitter por 44 mil millones de dólares, despidió a moderadores de contenido, implementó un sistema de pago por verificación de cuentas y renombró la plataforma como X. Estos cambios, junto con la polémica decisión de restablecer la cuenta de Trump, suspendida tras los disturbios en el Capitolio en enero de 2021, han provocado una masiva pérdida de usuarios, además de un aumento en los discursos de odio, teorías conspirativas y bots.

Esta transformación ha generado una creciente preocupación entre los usuarios. Medios de comunicación de prestigio como The Guardian y The Observer anunciaron recientemente que ya no consideran viable su presencia en X y que dejarán de publicar contenido en la plataforma. Personalidades como el escritor Stephen King, la ganadora del Óscar Barbra Streisand y la actriz Jamie Lee Curtis también han decidido abandonar la red social.

Mark Carrigan, autor de Social Media for Academics, asegura que «X se ha convertido en una versión premium de Truth Social», la plataforma de redes sociales creada por Trump, conocida por su enfoque ultraderechista. En círculos tecnológicos, corre el rumor de que Truth Social podría integrarse a X, lo que abriría nuevos interrogantes sobre el futuro de la plataforma.

Si esto llegara a ocurrir, la pregunta es: ¿quiénes serían los verdaderos beneficiados? ¿Musk suprimirá las críticas a los regímenes autoritarios con los que hace negocios, o las impulsará? En este escenario de relaciones entre Trump y Musk, ¿quién es el titiritero y quién el financiador?

James Kirkham, de la consultora Iconic, vaticina que «si esto sucede, será la máxima máquina de amplificación de las ideas de Trump: una superaplicación política que se disfraza de red social». Para Kirkham, «olvídate de Facebook o Fox News; el verdadero corazón de la estrategia digital del Partido Republicano podría estar en X».

A pesar de los rumores sobre una posible fusión entre X y Truth Social, Enderle se muestra escéptico: «Creo que X y Truth Social podrían fusionarse, pero este podría ser uno de los puntos de fricción entre Musk y Trump, dada la sobrevaloración actual de Truth Social».

La relación entre Musk y Trump, aunque rica en contenido mediático, no tiene una base firme. Jonathan Monten, profesor de Ciencias Políticas en UCL, explica que «la utilidad de Musk para Trump era principalmente económica, proporcionándole dinero privado y una plataforma que favoreciera sus intereses». Sin embargo, añade que «no está claro qué propósito sigue teniendo Musk para Trump. Es una historia de celebridades, pero esa es la marca de Trump. Hoy tiene una historia y mañana podría tener otra».

Lo que alguna vez fue Twitter, en sus días dorados de principios de la década de 2010, era el espacio donde activistas, artistas, académicos, periodistas y ciudadanos podían conectarse, intercambiar ideas y seguir eventos en tiempo real. Durante años, se consideró un refugio para el debate democrático y la libertad de expresión. Sin embargo, el verdadero catalizador de la transformación de Twitter en X ha sido Elon Musk, quien ha usado la plataforma como un megáfono para amplificar las voces que lo apoyan y darle forma a un espacio político con consecuencias globales.

Si la relación entre Musk y Trump sigue evolucionando hacia una mayor convergencia, X podría convertirse en un refugio para las voces autoritarias de un futuro digital donde los principios democráticos, tal como los conocemos, corran el riesgo de desvanecerse.

Al final, la pregunta persiste: ¿es este el fin de X tal como la conocíamos, o estamos ante el inicio de una nueva era para la plataforma, capaz de redefinir el panorama político global? Solo el tiempo lo dirá.

Crédito fotográfico: Getty Images


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