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THE LATIN VOX (28 de enero del 2025).- Por Franciso Javier Valdiviezo Cruz.
Las relaciones entre India y Estados Unidos han alcanzado un nivel de cercanía inédito, pero la nueva administración de Donald Trump podría poner a prueba esa alianza. A pesar de las tensiones inherentes a cuestiones como la inmigración y el comercio, New Delhi ha adoptado una postura pragmática, intentando equilibrar sus intereses con los de Washington. Sin embargo, el endurecimiento de las políticas migratorias de Trump podría alterar este delicado equilibrio.
La reciente toma de posesión de Trump y sus primeras semanas en el cargo han marcado el comienzo de una serie de movimientos diplomáticos, entre ellos, un apretón de manos simbólico entre el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, y el ministro de Asuntos Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar. Este gesto se produjo justo antes de su primer encuentro bilateral, lo que subraya la importancia de la relación entre ambos países.
Jaishankar, quien ocupó un lugar privilegiado en la ceremonia de inauguración de Trump, expresó en una conferencia de prensa que las señales de la nueva administración indicaban una «priorización clara» de los lazos bilaterales con India.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, el principal desafío en las relaciones podría ser la inmigración, especialmente considerando que India es una de las principales fuentes de migrantes no autorizados en los Estados Unidos.
De acuerdo con estimaciones del Pew Research Center, aproximadamente 725,000 indios viven ilegalmente en los EE. UU., lo que coloca a los inmigrantes indios en el tercer lugar, después de los de México y El Salvador.
La política de Trump para abordar la inmigración ilegal, que incluye amenazas de deportaciones masivas y la imposición de tarifas severas, ha generado incertidumbre en India, donde los funcionarios han tenido que navegar con cautela para evitar tensiones.
Recientemente, Trump sostuvo una llamada con el primer ministro indio, Narendra Modi, en la que se discutió la posible repatriación de inmigrantes indios no autorizados.
Aparentemente, India está dispuesta a colaborar en este tema para apaciguar a la administración de Trump y evitar una guerra comercial. De hecho, se ha informado que India podría repatriar hasta 18,000 migrantes, aunque el gobierno indio no ha confirmado estas cifras.
El gobierno de Modi también ha considerado otras medidas para fortalecer la relación con Trump, como aumentar las importaciones de productos de estados republicanos o de estados clave, y reducir los aranceles sobre productos como el bourbon y las nueces pecanas.
India ha tenido históricamente problemas con los altos aranceles de importación de EE. UU., que podrían afectar gravemente su economía en crecimiento si se imponen nuevas tarifas.
El gobierno indio, por su parte, ha enfatizado que está en contra de la inmigración ilegal y que está dispuesto a facilitar el regreso de los migrantes no autorizados una vez que se verifiquen sus identidades.
Esta postura es parte de un enfoque más amplio de India para promover la migración legal, algo que podría ser clave para mantener buenas relaciones con la administración Trump.
A pesar de estos desafíos, India ha logrado mantener una relación relativamente estable con Trump. La personal relación entre Modi y Trump, marcada por elogios mutuos y gestos amistosos, ha contribuido a que New Delhi se muestre optimista.
Sin embargo, la cuestión de los visados H1B, especialmente aquellos destinados a trabajadores calificados en el sector tecnológico, sigue siendo un tema delicado, ya que algunos sectores dentro del partido republicano consideran que estos visados arrebatan empleos a los estadounidenses.
Otro factor crucial para India es el enfoque de Trump sobre China. La creciente cooperación entre India y EE. UU. en términos de seguridad y comercio se ha centrado principalmente en contrarrestar la agresión china en la región del Indo-Pacífico.
India ha visto este enfoque como una oportunidad para fortalecer su posición geopolítica, y el fortalecimiento de la alianza Quad (que incluye a EE. UU., India, Japón y Australia) es un ejemplo claro de esta colaboración.
Sin embargo, las políticas de Trump hacia China podrían cambiar el panorama. En particular, la preocupación en India es cómo su admiración por figuras autoritarias como Xi Jinping y Narendra Modi podría llevarlo a un acercamiento con China, lo que podría debilitar la alianza estratégica que India ha cultivado con Estados Unidos.
Mientras tanto, las tensiones comerciales y migratorias no parecen estar impidiendo el avance de la relación bilateral, aunque la incertidumbre persiste. Según Milan Vaishnav, director del Programa de Asia del Sur en la Carnegie Endowment for International Peace, «India ha jugado bien sus cartas», adoptando una postura «proactiva» para gestionar los desafíos.
A medida que la administración Trump avanza en su agenda, India se mantiene vigilante pero optimista, confiada en que puede navegar las complejidades de esta nueva era política.
Sin embargo, las decisiones de Trump en temas como inmigración y comercio seguirán siendo clave para determinar si la relación entre ambos países sigue siendo tan sólida o si, por el contrario, se verá empañada por nuevas disputas.
Crédito fotográfico: Times of India