THE LATIN VOX (23 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
Si la política estadounidense fuera una película de comedia romántica, la relación entre Elon Musk y Donald Trump sería la trama más surrealista de todas. A primera vista, parecía que la dinámica entre estos dos gigantes del poder, la política y la tecnología sería fugaz, tal como un romance veraniego, pero la realidad es que han formado una alianza política que, aunque absurda, podría tener un giro inesperado.
La pregunta es: ¿cómo de larga será esta luna de miel entre dos egos desmesurados y cuáles son las consecuencias para el gobierno estadounidense y el futuro político de Musk y Trump?
El reciente reelección de Trump como presidente, seguida por su transición a la Casa Blanca, ha visto a un Trump reconstruir su equipo con personajes que parecen sacados de una galaxia caótica. Y entre los fichajes más insólitos y reveladores, está el de Elon Musk. El hombre más rico del mundo, cuya fortuna está fuertemente vinculada a su imperio de tecnología y automóviles eléctricos, ahora está inyectando su influencia en el gobierno de los Estados Unidos de maneras que desafían la lógica política convencional.
Desde ofrecer su opinión sobre nombramientos presidenciales hasta convertirse en un interlocutor clave en las negociaciones con Ucrania, Musk parece tener el control de la dirección del gobierno como si fuera el conductor de uno de sus Teslas: un viaje lleno de incertidumbre y cambios de rumbo abruptos.
Un comienzo rocoso, pero una amistad política sólida
Al principio, la relación entre Musk y Trump no fue fácil. Hace solo dos años, Musk instaba a Trump a «colgar su sombrero» y retirarse de la política, mientras Trump ridiculizaba a Musk por no comprar Twitter. Pero cuando Musk compró Twitter (y lo transformó en una plataforma de propaganda de derecha bajo el nombre de X), la dinámica cambió. Los dos hombres comenzaron a tejer una relación simbiótica, con Musk utilizando su influencia sobre las redes sociales para amplificar la presencia de Trump, al mismo tiempo que Trump se convirtió en uno de los principales beneficiarios de la nueva era de Musk en X.
Trump, por su parte, no solo recibió apoyo gratuito de Musk, sino que vio cómo este favorecía su imagen ante sus seguidores, quienes ahora podían beneficiarse de concursos y premios en efectivo. Si bien Musk ha expresado públicamente su desdén por lo que él llama «la cosecha de votos», en la práctica no ha dudado en implicarse en un esquema de interferencia electoral al financiar directamente a votantes que favorecieran a Trump. Este movimiento subraya la creciente tendencia de los multimillonarios a influir en las elecciones sin la necesidad de usar los mecanismos tradicionales como los Super PACs. Musk está demostrando que los grandes capitales pueden hacer política directamente, sin mediadores.
¿Un conflicto de intereses sin precedentes?
La relación entre Musk y Trump no es solo una alianza por intereses mutuos, sino que también está cargada de conflictos de interés evidentes. Mientras Musk impulsa su agenda en el gobierno, su imperio corporativo sigue siendo elogiado con contratos públicos millonarios que suman hasta 15 mil millones de dólares, mientras enfrenta 20 investigaciones federales.
Musk parece ser un beneficiario de la política de Trump, con la clara posibilidad de que sus intereses personales y empresariales se entrelacen peligrosamente con sus funciones dentro del gobierno.
En el colmo del absurdo, Musk ha sido nombrado para co-liderar el recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental, un organismo encargado de recortar el gasto público, las regulaciones y el empleo federal, lo que es particularmente irónico dado que Musk ha prometido recortar hasta un tercio del presupuesto federal de 6,75 billones de dólares, mientras él mismo ha incrementado su fortuna personal post-elecciones gracias al ascenso de las acciones de Tesla.
Y, por supuesto, no debemos olvidar el nombre del departamento que Musk liderará: Doge, un homenaje al criptoactivo que Musk promociona con frecuencia y en el que posee una considerable participación. En este contexto, el Departamento de Eficiencia Gubernamental parece más una especie de broma de alto nivel que una estructura seria del gobierno federal.
¿Durará esta luna de miel?
A pesar de los momentos cómicos y la clara ausencia de cualquier tipo de coherencia ideológica, el pacto Musk-Trump podría tener una debilidad inherente: la fragilidad de la relación. Musk y Trump, dos egos masivos cuya conexión está cimentada en la conveniencia mutua, están condenados a chocar más pronto que tarde. Ambos son conocidos por su arrogancia y su falta de confianza en los demás, lo que hace que este «romance» político sea propenso a romperse en cualquier momento.
Por otro lado, el hecho de que Musk sea un asesor «externo» y no un funcionario de gobierno con poder formal podría diluir el impacto real de sus propuestas. Aunque sugiere recortes masivos y deregulación, las recomendaciones de Musk no son vinculantes. Trump mismo ha reconocido que las sugerencias de Musk y otros como Vivek Ramaswamy son simplemente «consejos y orientaciones desde fuera del gobierno». Esto implica que las propuestas de Musk podrían ser fácilmente ignoradas, lo que limita su capacidad para implementar cambios significativos.
El futuro incierto de Musk y Trump
A medida que la relación entre Musk y Trump sigue evolucionando, los demócratas y los críticos del gobierno de Trump observan con cautela. La falta de una ideología coherente y la combinación de intereses personales con el poder político podrían crear una atmósfera de caos, donde las políticas importantes quedan atrapadas en luchas internas entre estos dos poderosos pero egocéntricos personajes.
Sin embargo, hay una lección subyacente en esta extraña asociación: la realidad de gobernar es mucho más difícil que manipular la opinión pública a través de redes sociales y otras plataformas. Mientras Musk parece intentar emular el estilo de gobernanza de Trump, es probable que la historia nos muestre que Trump, el astuto vendedor, ha sido mucho más efectivo en crear caos mediático que en gestionar el poder de manera efectiva.
En última instancia, la luna de miel entre Musk y Trump podría no durar mucho. Al igual que en muchas comedias románticas, los problemas de fondo suelen salir a la superficie con el tiempo. Y como en cualquier historia de política, la ficción suele desmoronarse al encontrarse con la realidad.
Crédito fotográfico: Anna Moneymaker/Getty Images