
THE LATIN VOX (22 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La violencia del 6 de enero de 2021, cuando una multitud de partidarios de Donald Trump asaltó el Capitolio de Estados Unidos, sigue siendo un tema divisivo que pone a prueba los cimientos de la democracia estadounidense.
Más de dos años después de este asalto, el presidente Trump ha dado un paso decisivo para reescribir la historia de ese día, emitiendo una serie de indultos y reducciones de penas para más de 1,500 personas involucradas en el asalto al Capitolio, entre ellos líderes de milicias de extrema derecha y aquellos que se enfrentaron a la policía.
Desde el primer día de su segundo mandato, Trump dejó claro que sus acciones no solo buscan limpiar el expediente de los involucrados, sino que envían una señal peligrosa al justificar la violencia política como una forma legítima de acción.
Según expertos en seguridad y terrorismo, como Robert Pape, director del Chicago Project on Security and Threats de la Universidad de Chicago, esta decisión va más allá de reescribir lo que ocurrió el 6 de enero: «Esto se trata de legitimar futuros 6 de enero», advirtió Pape.
Los indultos, que beneficiaron a figuras como Enrique Tarrio, exlíder de los Proud Boys, y Stewart Rhodes, fundador de los Oath Keepers, han desatado una ola de críticas. Mientras un grupo de Proud Boys marchaba en Washington celebrando los indultos, la sociedad estadounidense se enfrenta a una pregunta incómoda: ¿qué mensaje envía Trump al perdonar a aquellos que perpetraron un acto de violencia que puso en peligro la estabilidad del país?
Para muchos, este acto de clemencia no solo parece restar valor a las consecuencias legales de sus acciones, sino que también normaliza la violencia política, abriendo un precedente peligroso.
Incluso aquellos que no participaron directamente en la violencia, pero que fueron cómplices de la insurrección, están recibiendo apoyo. Pape señala que casi 500 personas condenadas por delitos menores no violentos fueron “conscientes y dispuestas participantes en los aspectos violentos del asedio al Capitolio”. Sin esta vasta participación, argumenta, el asedio probablemente nunca habría sucedido o habría terminado rápidamente con la intervención de la policía.
La respuesta pública a estos indultos no ha sido positiva. Una encuesta reciente de Reuters/Ipsos mostró que casi el 60% de los encuestados se oponen a que Trump perdone a todos los involucrados en el 6 de enero.
Incluso dentro del Partido Republicano, una mayoría se muestra contraria a perdonar a quienes cometieron actos de violencia ese día, lo que resalta la hipocresía de un presidente que, en su campaña, se presentó como defensor del orden y la ley.
El perdón masivo de Trump ha tenido repercusiones inmediatas. En las horas posteriores a la firma de los indultos, comenzaron a circular videos y fotos de personas saliendo de prisiones en todo el país, celebrando su liberación.
Algunos publicaron imágenes de sus documentos de perdón o de ellos mismos cortándose el brazalete electrónico. Otros, como Jacob Chansley, conocido como el «shaman de Qanon», expresaron su entusiasmo por su liberación, con publicaciones en redes sociales que exudan un tono de desafío y violencia.
Además de los indultos, Trump también ha instado al Departamento de Justicia a retirar los cargos en los casos en curso, anulando años de trabajo para encontrar y procesar a los responsables del asalto al Capitolio.
La elección de Ed Martin, un abogado conservador y partidario de la causa «Stop the Steal», como fiscal interino para el Distrito de Columbia, también ha desatado alarmas, pues pone en duda la imparcialidad de las investigaciones sobre el 6 de enero.
Aunque algunos defensores de Trump y miembros de su base política aplauden sus decisiones, afirmando que estaba actuando para proteger a sus seguidores de lo que consideran una «tiranía judicial», la mayoría de la sociedad estadounidense ve estos indultos como un resbalón hacia la normalización de la violencia política y un debilitamiento de las bases democráticas del país.
El impacto de estos indultos será, sin duda, duradero. No solo refuerzan la narrativa de los extremistas de derecha, sino que también ofrecen un terreno fértil para que futuras actitudes violentas sean vistas como una respuesta legítima a las injusticias políticas percibidas.
Trump ha dado un mensaje claro: en su visión, aquellos que luchan por su causa, incluso con la violencia, serán perdonados y celebrados. La historia del 6 de enero está siendo reescrita, y con ella, la posibilidad de que se repita.