
THE LATIN VOX (26 de septiembre de 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La Casa Blanca ha presentado un ambicioso plan de 21 puntos para Palestina que, sorprendentemente, se asemeja en muchos aspectos a la declaración de Nueva York respaldada por la ONU esta semana. Sin embargo, las diferencias de fondo podrían volverlo inviable y reavivar el escepticismo sobre las verdaderas intenciones de Donald Trump.
“Mejor la verdad que las ilusiones”, advirtió el primer ministro polaco, Donald Tusk, en otro contexto, hablando sobre Ucrania. Sus palabras resuenan ahora en el debate sobre Palestina, donde la pregunta central es si estamos ante una oportunidad real de paz o simplemente frente a otro espejismo diplomático.
Convergencias inesperadas
El enviado estadounidense, Steve Witkoff, asegura que líderes regionales respaldan en términos generales la propuesta de Trump, mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha subrayado que el plan es compatible con la hoja de ruta aprobada en la ONU.
Ambos documentos rechazan el desplazamiento masivo de palestinos desde Gaza, descartan un papel político de Hamás en el futuro y plantean la desmilitarización de las facciones armadas.
Asimismo, tanto Washington como la ONU coinciden en que no debe haber más anexiones israelíes en Cisjordania, una línea roja impuesta por Emiratos Árabes Unidos y otros países árabes. Macron aseguró que Trump aceptó esa condición en su reciente encuentro con líderes árabes, aunque la definición de “anexión” sigue siendo motivo de disputa.
Blair, Kushner y la autoridad transicional
En el trasfondo, emerge la figura del ex primer ministro británico Tony Blair, cercano a Jared Kushner, y a quien se baraja como posible jefe de una “Autoridad Internacional de Transición para Gaza” con mandato de cinco años. La idea ha generado suspicacias, pero refleja el intento de Washington de diseñar un periodo intermedio antes de ceder poder a una autoridad palestina reformada.
El plan estadounidense exige profundas transformaciones en la Autoridad Palestina (AP): elecciones presidenciales y parlamentarias, aceptación explícita del derecho de Israel a existir, y el fin de los pagos a prisioneros políticos. Estas condiciones, largamente discutidas en foros diplomáticos pero nunca implementadas, chocan con la realidad de una AP debilitada y con crecientes divisiones internas.
La trampa de los plazos
La declaración de Nueva York propone una transición de un año hacia un gobierno palestino unificado que incluya Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este bajo liderazgo de la AP. El plan de Trump, en cambio, abre la puerta a que la administración de Gaza y Cisjordania permanezca separada, otorgando a Israel la capacidad de retrasar indefinidamente el proceso.
Además, mientras la ONU confía a la Unrwa un papel central en la reconstrucción, Estados Unidos e Israel buscan su desmantelamiento, argumentando –sin pruebas– que funciona como tapadera terrorista. La sustitución de la agencia por la AP es vista por muchos como un intento de diluir el derecho de retorno de los refugiados palestinos.
Seguridad internacional y vacío político en Israel
Ambos planes contemplan la creación de una fuerza internacional de estabilización, estacionada inicialmente en la frontera entre Egipto e Israel, y un programa de formación de fuerzas de seguridad palestinas en países árabes. El retiro gradual del ejército israelí de Gaza dependería de este despliegue.
Pero la mayor incógnita sigue estando en Jerusalén. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha reiterado que no habrá Estado palestino, pero aún no ha presentado una propuesta alternativa sobre el “día después” de la guerra en Gaza. La presión internacional lo obliga ahora a definirse.
¿Oportunidad o ilusión?
El escepticismo domina entre los palestinos, que recuerdan décadas de promesas incumplidas y reformas pospuestas. La AP no ha celebrado elecciones legislativas desde 2006, y el presidente Mahmoud Abbas enfrenta críticas internas por excluir a sectores de la resistencia en sus planes políticos.
Aun así, la coincidencia parcial entre Washington y la ONU abre una ventana inesperada. Si Trump acepta limitar las anexiones, y si la comunidad internacional logra imponer garantías de transición real, podría surgir una nueva dinámica. Pero, como resume un diplomático europeo en privado, “todo depende de si esto es un esfuerzo serio o simplemente otra ilusión fabricada en la Casa Blanca”.
Crédito fotográfico: France 24