
THE LATIN VOX (16 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En el escenario cambiante de la guerra en Ucrania, la postura de Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, ha tomado un giro llamativo —pero no necesariamente confiable—: ahora amenaza a Rusia con sanciones más duras y ha aprobado el envío de sistemas de defensa antimisiles Patriot a Ucrania.
No por principios democráticos, sino porque, por ahora, los dólares de la OTAN pesan más que las ilusiones de Vladimir Putin.
El exmagnate inmobiliario convertido en político cree que los conflictos pueden resolverse con ofertas de tipo inmobiliario. Su «plan de paz» —darle a Putin parte del territorio ucraniano a cambio de un cese al fuego— no es nuevo. Pero esta vez, el Kremlin lo rechazó. Y eso molestó a Trump, no por solidaridad con Ucrania, sino porque el rechazo hizo que su gobierno pareciera débil.
En respuesta, ha hecho algo inusual: alinearse momentáneamente con los aliados europeos, aprobar el envío de armas modernas a Kiev y hablar públicamente del “derecho a la defensa” de Ucrania. Pero nadie en Europa —ni en Ucrania— se engaña. Trump no ha cambiado de principios, sino de cálculo.
El factor que cambió el juego: Dinero y reconocimiento
La gran diferencia no está en el campo de batalla, sino en el escenario diplomático. Zelensky y sus aliados europeos convencieron a Trump de que la defensa de Ucrania no es una carga para EE.UU., sino una inversión rentable.
Primero, le ofrecieron a Washington una participación del 50% en un fondo de reconstrucción de Ucrania, centrado en minerales, petróleo y gas.
Después, los miembros de la OTAN prometieron aumentar su gasto en defensa al 5% del PIB en una década, un gesto simbólico que fue presentado como un tributo personal al presidente estadounidense.
Y funcionó. Trump, que cinco meses atrás tildaba a Zelensky de estafador, ahora habla de “una Europa fuerte” como un activo para Estados Unidos.
Este cambio tiene raíces frágiles. Si los aliados dejaran de pagar, Trump podría cambiar de postura igual de rápido. Su política exterior funciona como una transacción. No le interesa el sufrimiento de Ucrania ni la amenaza autoritaria de Moscú. Le interesa quién paga la cuenta.
Putin: entre la propaganda y la aritmética de la guerra
Putin, por su parte, también ha cometido errores estratégicos. Pensó que podría manipular a Trump con adulación o intereses comunes. Subestimó al impredecible líder estadounidense. Subestimó también a la resistencia ucraniana y a la unidad europea, aunque ambas han sido puestas a prueba durante dos años de guerra brutal.
Hoy, el líder ruso sigue aferrado a su narrativa de una lucha existencial contra Occidente, comparando su invasión de Ucrania con la defensa de la URSS frente a los nazis. Pero sus recursos se agotan. Su estrategia es simple: lanzar más soldados al frente hasta agotar la voluntad y la capacidad ucraniana de seguir luchando.
Aceptar el plan de Trump —una cesión de parte del Donbás y Crimea a cambio de un alto al fuego— sería admitir que toda su retórica de victoria y sacrificio nacional fue una farsa. Tendría que enfrentar a una población que ha perdido a miles de hijos y que no verá en una “paz negociada” la gloria prometida.
¿Una oportunidad fugaz para Ucrania?
La ofensiva diplomática de Kiev y el compromiso financiero de Europa han, por ahora, inclinado la balanza a favor de Ucrania. Pero esta ventana puede cerrarse pronto.
Los Patriots protegerán ciudades, no cambiarán el equilibrio militar. La presión debe mantenerse: en lo económico, mediante sanciones energéticas más eficaces; y en lo militar, con armamento avanzado y apoyo sostenido.
Trump no es un aliado confiable. Pero en este momento, su vanidad ha sido comprada por la OTAN, y eso ofrece una oportunidad estratégica para Ucrania. Una que debe ser aprovechada antes de que el péndulo vuelva a oscilar hacia el Kremlin.
Porque si algo enseña esta guerra es que el autoritarismo, la propaganda y la brutalidad solo retroceden cuando se enfrentan con determinación, unidad y recursos reales.
Crédito fotográfico: Yuri Gripas/ABACAPRESS.COM