Familias que sobrevivieron a un mortífero ataque aéreo israelí en un campamento de tiendas en Rafah describieron una escena horrible de tiendas chamuscadas y cuerpos ardiendo el domingo. El ataque puso aún más en tela de juicio la ofensiva continua de Israel en la ciudad.
Testigos dijeron que las personas se estaban preparando para la oración vespertina cuando el ataque golpeó el barrio de Tel al-Sultan, donde miles habían intentado encontrar refugio después de que las fuerzas israelíes lanzaran una ofensiva terrestre en el este de Rafah hace más de dos semanas. “Estábamos sentados con seguridad y de repente encontramos cuerpos arrojados al suelo, sangre salpicada en el suelo: cabezas cortadas, manos cortadas… Nos estábamos gritando unos a otros”, dijo Malak Filfel, de 23 años, quien afirmó que entre los fallecidos había niños. “Esto no es vida”, agregó Filfel. “No hay seguridad.
No importa a dónde vayamos, moriremos aquí”. El ataque aéreo provocó un incendio masivo que rápidamente se propagó por las delgadas tiendas y refugios improvisados. El ministerio de salud en Gaza informó que 45 personas murieron en el ataque. A la luz del día del lunes, el campamento estaba lleno de tiendas humeantes, metal retorcido y pertenencias carbonizadas. Las mujeres lloraban mientras los hombres rezaban sobre los cuerpos.
Algunos sobrevivientes dijeron que habían llegado al campamento porque siguieron una advertencia en folletos israelíes que les decía que abandonaran Rafah y se dirigieran a la “zona humanitaria”. Uno de los folletos decía: “Para su seguridad, las Fuerzas de Defensa de Israel les piden que abandonen estas áreas de inmediato y se dirijan a refugios conocidos en Deir el Balah o al área humanitaria en Tel al-Sultan a través de Beach Road. Y no nos culpen después de haberles advertido”.
Derrotada, Filfel describió la lectura de los papeles blancos y rojos. “Nos arrojaron folletos diciendo: ‘Vayan al sur’… Así que cuando vinimos aquí al sur, también nos masacraron”, dijo. Las familias huyeron a Rafah en busca de seguridad, pero ahora temen por sus vidas.