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Un avión de la Fuerza Aérea Colombiana aterrizó en Bogotá transportando a más de 200 ciudadanos colombianos deportados desde Estados Unidos. Este vuelo es el primero de dos programados tras una reciente disputa diplomática entre ambos países relacionada con el proceso de deportación.
La controversia surgió cuando el presidente colombiano, Gustavo Petro, rechazó la llegada de dos aviones militares estadounidenses que transportaban a migrantes colombianos deportados. Petro criticó el uso de aeronaves militares para estas deportaciones, argumentando que los colombianos merecen un trato más digno.
En respuesta, el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó con imponer aranceles de hasta el 50% a las importaciones colombianas y sanciones adicionales si Colombia no aceptaba a los deportados.
Tras intensas negociaciones, ambos gobiernos llegaron a un acuerdo en el que Colombia aceptaría a los deportados, pero utilizando aviones de su propia fuerza aérea para garantizar condiciones más humanas durante el traslado. El presidente Petro afirmó que esta medida busca asegurar que los migrantes sean tratados con dignidad y respeto.
Los migrantes deportados han denunciado malos tratos durante su detención y deportación en Estados Unidos, incluyendo condiciones inhumanas y el uso indebido de esposas. Las autoridades estadounidenses han negado estas acusaciones, argumentando que las medidas de seguridad son necesarias.
Este incidente ha puesto de relieve las tensiones en la relación bilateral entre Estados Unidos y Colombia, especialmente en temas migratorios y de derechos humanos. Aunque se ha alcanzado un acuerdo temporal, persisten preocupaciones sobre el trato de los migrantes y las políticas de deportación en ambos países.