El presidente Joe Biden no parece estar muy interesado en lo que hacen o dicen los posibles candidatos republicanos para las elecciones de 2024. Su principal objetivo es derrotar a su antiguo rival, Donald Trump, quien sigue siendo el líder indiscutible del partido conservador.
Biden cree que Trump representa una amenaza para la democracia y la seguridad nacional de Estados Unidos, y que su influencia debe ser contrarrestada con hechos y resultados. Por eso, el mandatario demócrata se ha dedicado a impulsar su agenda legislativa, que incluye un ambicioso plan de infraestructura, una reforma migratoria y una expansión del acceso a la salud y la educación.
Biden también ha buscado proyectar una imagen de liderazgo internacional, restableciendo las alianzas con los aliados tradicionales de Estados Unidos y enfrentando a los adversarios como China y Rusia. Además, ha tomado medidas para combatir la pandemia del coronavirus y acelerar la vacunación de los estadounidenses.
Mientras tanto, los republicanos que aspiran a sucederlo en la Casa Blanca han tenido dificultades para definir su estrategia y su mensaje. Algunos han tratado de emular el estilo confrontativo y populista de Trump, mientras que otros han buscado distanciarse de él y presentarse como más moderados y racionales.
Sin embargo, ninguno ha logrado desafiar el dominio de Trump sobre la base republicana, que sigue siendo fiel al ex presidente pese a su derrota electoral y su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero. Trump ha aprovechado su poder para atacar a Biden y a los demócratas, así como a los republicanos que lo han criticado o se han opuesto a él.
Biden sabe que Trump es su principal adversario político, y que su éxito o fracaso dependerá en gran medida de cómo se compare con él ante la opinión pública. Por eso, el presidente no le presta mucha atención al debate republicano de 2024, y se concentra en gobernar el país y cumplir sus promesas.