El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ofreció una disculpa formal por la participación de su país en el sistema de internados para niños indígenas, en una declaración que marca un paso hacia la reconciliación con las comunidades nativas. En un evento realizado en la Casa Blanca, Biden reconoció la complicidad de Estados Unidos en un sistema que infligió sufrimiento a miles de niños indígenas, muchos de los cuales fueron separados de sus familias y sometidos a condiciones que han dejado profundas secuelas en las comunidades nativas hasta el día de hoy. Esta disculpa se produce después de varias décadas de esfuerzos por parte de las comunidades indígenas para visibilizar las tragedias sufridas y reclamar justicia por generaciones de abusos.
El sistema de internados para niños indígenas fue implementado tanto en Canadá como en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Diseñado bajo la premisa de “matar al indio, salvar al hombre”, estos internados tenían como objetivo asimilar forzosamente a los niños indígenas a la cultura occidental, lo que implicaba la prohibición de su idioma, prácticas espirituales y costumbres. Aunque la mayoría de estos internados en EE. UU. cerraron a mediados del siglo XX, las secuelas de este sistema han persistido y han dejado cicatrices profundas en las comunidades nativas de América del Norte.
La disculpa de Biden subraya que el gobierno federal estadounidense no solo facilitó la creación de estos internados, sino que también colaboró con iglesias cristianas que administraban muchos de estos centros. “Estados Unidos debe enfrentar la verdad de su pasado para construir un futuro de respeto y dignidad para todos,” afirmó Biden en su discurso, al tiempo que se comprometió a apoyar las investigaciones y los esfuerzos de justicia para las familias que aún buscan respuestas sobre el destino de muchos niños que nunca regresaron a sus hogares.
La disculpa presidencial ha generado reacciones mixtas en las comunidades indígenas y en los defensores de los derechos humanos. Mientras que algunos líderes nativos expresaron que la disculpa es un avance significativo y simbólico, otros enfatizaron que se necesitan acciones concretas más allá de las palabras. Deborah Parker, presidenta de la Coalición Nacional para la Sanación y Justicia de Internados Indígenas, expresó: “La disculpa es bien recibida, pero necesitamos compromisos de recursos y apoyo que ayuden a nuestras comunidades a sanar de esta herida histórica”.
Por su parte, el jefe de la Nación Navajo, Buu Nygren, sostuvo que “este es un primer paso”, pero destacó la importancia de que las políticas de reconciliación incluyan compensaciones, programas de salud mental y recursos educativos para las comunidades nativas. Otros líderes han pedido que se establezca un fondo de reparación que ayude a las familias afectadas y que se continúe el trabajo de recuperación de los restos de niños indígenas enterrados en terrenos de internados.
La disculpa de Biden se produce en un contexto donde Canadá también ha estado enfrentando su propio legado de internados para indígenas. Desde el descubrimiento de tumbas sin marcar en terrenos de antiguos internados en Canadá en 2021, la conciencia pública sobre estos abusos se ha intensificado, y tanto Canadá como EE. UU. han experimentado una ola de demandas de rendición de cuentas.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, expresó su respaldo a la disculpa de Biden y destacó la importancia de la colaboración entre ambos países en los esfuerzos de verdad y reconciliación. «Reconocemos que los sufrimientos de las comunidades indígenas no conocen fronteras, y es fundamental que trabajemos juntos para buscar justicia y reparación», dijo Trudeau en un comunicado.
La administración Biden ha anunciado que se destinarán recursos adicionales a investigaciones sobre internados para indígenas en EE. UU., y que se trabajará en colaboración con líderes nativos para asegurar que las voces de las comunidades sean escuchadas en la creación de políticas de sanación y reparación. La Oficina de Asuntos Indígenas ha lanzado una iniciativa que busca identificar y registrar la historia de los internados para que las futuras generaciones puedan entender y honrar las experiencias de sus antepasados.
Asimismo, Biden ha propuesto que se establezca una Comisión de Verdad y Reconciliación para investigar más a fondo los abusos sufridos por los niños indígenas en estos internados y para desarrollar programas de apoyo que ayuden a las comunidades nativas en su proceso de sanación. Entre estos programas, se incluyen iniciativas de salud mental, financiamiento para la revitalización de idiomas indígenas y apoyo a proyectos educativos que promuevan la identidad y cultura nativa.
Si bien la disculpa de Biden representa un hito, queda por ver si el gobierno estadounidense adoptará medidas suficientes para responder al llamado de las comunidades nativas que exigen justicia. Según muchos activistas indígenas, la sanación no será inmediata y requerirá un esfuerzo continuo y sincero de compromiso por parte del gobierno.
Muchos indígenas han señalado que, además de las disculpas y los recursos, se necesita un cambio en la narrativa histórica, de modo que los sistemas educativos de EE. UU. incluyan y respeten las historias de los pueblos originarios. A medida que las naciones de América del Norte intentan sanar y reconciliarse con su pasado, las comunidades nativas esperan que estos actos de reconocimiento se traduzcan en cambios concretos y duraderos que aseguren un futuro de respeto y dignidad para las próximas generaciones.
Con esta disculpa formal, Biden ha dado un paso significativo hacia la justicia histórica, pero la sanación real requerirá acciones concretas que respondan al trauma y las pérdidas sufridas por generaciones de niños indígenas y sus familias. La esperanza de las comunidades indígenas es que este sea el comienzo de un camino hacia la verdadera reconciliación.