
THE LATIN VOX (17 de agosto del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Bolivia acude hoy a las urnas en unos comicios que podrían significar un giro histórico hacia la derecha y el fin de dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS).
La elección se desarrolla en medio de la peor crisis económica en 40 años, marcada por la escasez de dólares y combustible, largas filas y una inflación en alza.
El MAS, que llegó al poder en 2005 con Evo Morales, enfrenta el riesgo de desaparecer como fuerza política: si no alcanza al menos el 3% de los votos, perderá su personería jurídica.
Su candidato, el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, apenas ronda el 2% en las encuestas. El presidente Luis Arce, muy impopular tras cuatro años de mandato, decidió no presentarse.
Una derecha fragmentada, pero con ventaja
Los sondeos sitúan en cabeza al empresario y exministro Samuel Doria Medina, seguido muy de cerca por el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga. Ambos representan el ala liberal y conservadora de la política boliviana, y se disputan voto a voto el liderazgo en la primera vuelta.
En caso de que ningún aspirante logre el 50% de los votos, o al menos el 40% con 10 puntos de ventaja sobre el segundo, el país celebrará una inédita segunda vuelta el 19 de octubre.
Morales, entre el exilio interno y la confrontación
Mientras tanto, Evo Morales —primer presidente indígena de Bolivia— permanece recluido en una región cocalera del centro del país, donde enfrenta una orden de arresto por presunto abuso sexual. Vetado por los tribunales para postularse de nuevo, Morales ha llamado a sus seguidores a votar nulo, argumentando que así demostrarán que él es el verdadero ganador.
La estrategia, sin embargo, no parece calar del todo: el voto nulo apenas ha pasado del 10% al 12%, según analistas. “Tiene muchos orígenes, no solo el llamado de Morales”, explicó el politólogo Carlos Toranzo.
La izquierda, dividida
El liderazgo progresista recae ahora en el joven senador Andrónico Rodríguez, exaliado de Morales y hoy candidato de la coalición Alianza Popular. Aunque inicialmente fue considerado su heredero político, rompió con el MAS y ha sido tildado de “traidor” por los sectores más radicales.
Organizaciones indígenas como los Ponchos Rojos lo respaldan, acusando en cambio a Morales de haber traicionado las luchas históricas. “Nuestros abuelos dieron su vida para que pudiéramos votar. Llamar a la abstención es traicionar ese legado”, declaró Enrique Mamani, uno de sus líderes.
Un ciclo que llega a su fin
Con 7,9 millones de bolivianos habilitados para votar, los resultados preliminares se conocerán esta noche. Para los analistas, lo único seguro es que el MAS dejará el poder tras 20 años de control casi absoluto del Parlamento, la justicia y el órgano electoral.
El propio Arce, en declaraciones recientes, aseguró que respetará la voluntad popular, aunque insistió en que la historia reivindicará a su gobierno. “La gente nos extrañará después”, afirmó.
Bolivia, tras dos décadas de socialismo, se asoma así a un nuevo capítulo político en medio de la incertidumbre, la fragmentación y la urgencia de superar una crisis económica que ha golpeado a todos los sectores de la sociedad.
Crédito fotográfico: Reuters