
THE LATIN VOX (27 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.
El primer ministro canadiense Mark Carney ha anunciado públicamente que está dispuesto a entablar un diálogo serio con China y el presidente Xi Jinping en los próximos días, como parte de una estrategia destinada a diversificar los socios comerciales de Canadá y reducir su vulnerabilidad frente a las tensiones crecientes con su tradicional aliado, los Estados Unidos. Según fuentes vinculadas al gobierno canadiense, este acercamiento con Beijing busca recuperar terreno perdido, abrir nuevos mercados y equilibrar la excesiva dependencia de EE. UU. que, según Ottawa, ya constituye un riesgo para la economía nacional.
“Tenemos que jugar en una liga global, no depender sólo de un socio”, declaró Carney desde Ottawa.
Antecedentes de una necesidad estratégica
Canadá ha enfrentado en los últimos años una serie de desafíos en su relación comercial con EE. UU., caracterizados por aranceles crecientes, incertidumbre regulatoria y una sensación de que el marco de libre comercio tradicional se ha vuelto más frágil. Carney ha señalado que el país ya no puede depender solamente del mercado estadounidense para impulsar su crecimiento económico.
Simultáneamente, las relaciones entre Canadá y China se encontraban en un estado de “tensión controlada”: ambos países aplicaron aranceles uno contra otro (por ejemplo en canola, vehículos eléctricos, acero y aluminio)
Ahora, con este anuncio del primer ministro canadiense, Ottawa abre la posibilidad de que el comercio con China no sea simplemente un frente de conflicto, sino también una veta de oportunidad estratégica.
Qué plantea concretamente el plan de Carney
El comunicado del gobierno y los analistas señalan varios ejes centrales en esta nueva orientación:
- Reunión prevista con altos mandos chinos, posiblemente con el propio presidente Xi Jinping, en el marco de próximas cumbres asiáticas. Carney anunció que “espera reunirse con la alta dirección china en el próximo mes o así”.
- Planteamiento amplio de la relación, más allá de sectores individuales. Aunque se especula sobre posibles negociaciones en torno a aranceles sobre vehículos eléctricos o a la eliminación de barreras agrícolas, Carney subrayó que “la relación es mayor que un solo producto o medida arancelaria”.
- Diversificación de mercados: Canadá busca que su economía no esté tan estrechamente ligada al vaivén de la política comercial de EE. UU., y el país asiático aparece como un contrapeso viable. Carney lo formuló al señalar que “no podemos controlar todo lo que haga nuestro vecino más grande” y que “debemos tener más de un camino hacia el mundo”.
- Atención a sectores clave: Agricultura (canola), vehículos eléctricos (EVs), minerales críticos, energía limpia. Estos se mencionan como áreas donde Canadá estaría dispuesta a plantear compromisos a cambio de acceso o reducción de barreras.
Temas de tensión que deberán resolverse
Para que este “reinicio” sea efectivo, Canadá y China deberán abordar varias dimensiones complicadas:
- Aranceles recíprocos: China impuso en 2025 aranceles elevados (hasta 75-80%) sobre exportaciones canadienses de canola y otros productos agrícolas en respuesta a medidas canadienses contra vehículos eléctricos chinos.
- Vehículos eléctricos chinos y barreras de entrada: Canadá impuso en 2024 un arancel del 100% a vehículos eléctricos fabricados en China (en línea con decisiones de EE. UU.) lo que complica una negociación con Beijing.
- Valores, tecnología y seguridad: Carney ha sido explícito al afirmar que China no necesariamente comparte los mismos valores de comercio que Canadá, lo que implica que cualquier acercamiento será con condiciones.
- Influencia de EE. UU.: Dado que Canadá sigue manteniendo una relación comercial muy superior con Estados Unidos, cualquier cambio hacia China podría arrojar reacciones de Washington o complicaciones en la política trilateral. Carney lo reconoció: “tenemos que tener en cuenta cómo reaccione EE. UU.”
¿Por qué esto importa para Canadá y el mundo?
- Riesgo de dependencia: Con más del 70 % de sus exportaciones destinadas a EE. UU., Canadá está expuesto a los vaivenes de Washington. Carney lo resumió: “no podemos seguir basándonos en un solo mercado”.
- Oportunidades de crecimiento: China representa uno de los mercados con mayor potencial de demanda para productos agrícolas, minerales críticos y energía limpia, lo que podría generar nuevas fuentes de crecimiento para Canadá.
- Juego estratégico global: En un mundo donde EE. UU., China y Asia están redefiniendo alianzas comerciales, Canadá busca encontrar un espacio de maniobra propio. Al ajustar su enfoque hacia China, Ottawa podría estar adelantándose a un nuevo orden comercial.
- Presión sobre la manufactura y el sector automotriz: Si Canadá reduce barreras para vehículos eléctricos chinos o avanza hacia acuerdos de suministro común, la industria manufacturera canadiense, especialmente en Ontario, tendrá que adaptarse rápidamente a un entorno más competitivo.
Escenarios a mediano plazo
- Acuerdo parcial Canadá-China: Canadá y China acuerdan reducir barreras mutuas en sectores seleccionados (por ejemplo canola vs vehículos eléctricos), lo que da un impulso al comercio bilateral. Canadá reanuda además negociaciones con EE. UU. desde una posición más equilibrada.
- Negociación prolongada con resultados modestos: Se mantiene el diálogo, pero sin resolverse los asuntos centrales; el comercio bilateral crece lentamente, mientras Canadá sigue vivo a la incertidumbre de EE. UU.
- Fallo de acercamiento y refuerzo de alianzas alternativas: Si las negociaciones con China no prosperan debido a incompatibilidades de valores o presión de EE. UU., Canadá podría priorizar otros mercados como ASEAN, Europa o India, reduciendo aún más el peso relativo de China.
La decisión de Canadá de abrir una nueva fase en su relación con China —o al menos considerarla— representa un cambio estratégico profundo. No se trata únicamente de firmar acuerdos comerciales, sino de posicionarse como un país con mayor autonomía en sus vínculos globales, que ya no asume que el libre comercio con EE. UU. sea la única ruta viable.
Carney está apostando a que una estrategia de diversificación que incluya a China como socio y no solo adversario puede dar a Canadá más opciones, mayor resiliencia y un papel más relevante en el tablero económico mundial. Pero este camino conlleva riesgos: deberá gestionar expectativas internas (industria automotriz, agricultura), armonizar posiciones con Washington y calibrar cuidadosamente su relación con Beijing.
En los próximos meses sabremos si Canadá logra concretar este “reinicio” o si el arraigo de viejas dependencias y tensiones globales impone límites.
Fuente: www.bbc.com
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