
THE LATIN VOX (1 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En una jugada inesperada que sorprendió tanto a expertos en política como a líderes empresariales, el gobierno canadiense decidió suspender la implementación del controvertido impuesto a los servicios digitales (DST) apenas 48 horas antes de su entrada en vigor.
Aunque esta decisión fue vista por muchos como una concesión estratégica para mantener vivas las negociaciones comerciales con Estados Unidos, también abrió la puerta a un conflicto mayor: el sistema de gestión de suministro agrícola de Canadá, en particular el sector lácteo.
La movida, celebrada con entusiasmo por la administración Trump en Washington, evitó un descarrilamiento prematuro de las conversaciones para un nuevo acuerdo comercial entre ambos países. Sin embargo, también envió una señal que ha generado preocupación: si Canadá ya cedió en un tema sensible como el impuesto digital, ¿cederá también en el frente agrícola?
«Hemos eliminado un obstáculo clave para avanzar en el diálogo comercial», declaró Howard Lutnick, representante de comercio de EE. UU., al confirmar que el fin del DST fue crucial para continuar las conversaciones.
Trump quiere más: los lácteos en la mira
El presidente estadounidense, Donald Trump, no tardó en pasar al siguiente capítulo de su agenda. Fiel a su estilo, volvió a cargar contra el sistema canadiense de gestión de suministro de productos lácteos, al que acusa de imponer aranceles de hasta 400% sobre los productos estadounidenses.
Aunque esa cifra ha sido desmentida en múltiples ocasiones —los aranceles altos solo aplican si se superan cuotas específicas—, el discurso político de Trump ha calado en su base electoral.
Este viejo enfrentamiento ya se había presentado durante la negociación del CUSMA (T-MEC) en 2018, pero en aquel entonces Canadá logró mantener su sistema sin mayores cambios. Hoy, con el regreso de Trump a la Casa Blanca, el tema vuelve a ocupar un lugar prioritario en su lista de demandas.
Una ley que complica el juego
El panorama para Canadá se complica con la reciente aprobación de la Ley C-202, que prohíbe explícitamente utilizar el sistema de gestión de suministro como moneda de cambio en acuerdos comerciales. La norma, impulsada por el Bloc Québécois, fue diseñada para proteger a los agricultores —especialmente en Quebec, donde el sector lácteo tiene un peso político y económico significativo.
«Si Trump plantea un ultimátum que implique modificar la gestión de suministro, esta ley podría poner al gobierno en un callejón sin salida», advirtió Fen Hampson, experto en relaciones Canadá-EE.UU. en la Universidad de Carleton.
El embajador estadounidense en Ottawa, Pete Hoekstra, insinuó que el primer ministro Mark Carney podría presionar al Parlamento para revisar esa posición si ello fuera necesario para cerrar un trato. «Los primeros ministros y presidentes tienen un poder tremendo», dijo Hoekstra en una entrevista televisiva.
Una tormenta política en ciernes
Más allá de la diplomacia, lo que está en juego es la estabilidad del gobierno minoritario de Carney. Ceder en materia agrícola podría significar perder el apoyo clave de partidos como el Bloc Québécois o enfrentar una rebelión dentro del propio Partido Liberal, que ha encontrado en la protección del sistema lácteo un punto de consenso nacional, al menos hasta ahora.
“Estamos entrando en territorio peligroso”, advirtió Asa McKercher, profesor en la Universidad St. Francis Xavier. “Si ya se concedió en impuestos digitales, ¿Trump lo verá como una victoria o como una señal de que puede seguir presionando?”
El dilema es existencial para el gobierno liberal. Con las elecciones aún recientes y una oposición atenta a cada paso en falso, cualquier señal de debilidad en temas de soberanía alimentaria podría volverse una pesadilla electoral.
El reloj avanza
Faltan solo tres semanas para la fecha límite del 21 de julio, momento en que ambos países deben llegar a un nuevo acuerdo comercial o enfrentar consecuencias económicas serias. Las negociaciones continúan, pero la pregunta persiste: ¿qué precio está dispuesto a pagar Canadá por un nuevo pacto con su socio más importante?
“Ya hicimos una concesión, y Trump lo vio como una victoria. ¿Será suficiente para él… o solo el comienzo de una nueva lista de exigencias?”, se preguntó Lori Turnbull, politóloga en la Universidad de Dalhousie.
Con la presión de Washington en aumento y la política interna dividida, Ottawa enfrenta una prueba crucial: defender su modelo agrícola sin poner en riesgo su relación comercial más vital. El tablero está listo, las piezas se mueven y el tiempo corre.
Crédito fotográfico: Veterinaria Digital