
En medio de una creciente tensión diplomática, el profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Victoria, Will Greaves, ha sugerido que Canadá debería bloquear la designación del embajador de Estados Unidos elegido por el presidente Donald Trump hasta que este deje de cuestionar la soberanía canadiense.
«Podríamos usar esto como una señal de la seriedad con la que el Gobierno de Canadá está abordando este discurso no deseado», dijo Greaves. «Es una política agresiva y abierta que Trump parece estar promoviendo dentro de su administración. Y si somos serios como país, deberíamos considerarlo como una acción hostil y responder con una gama más amplia de herramientas diplomáticas».
Trump ha insistido durante semanas en que desea convertir a Canadá en un estado de EE. UU. y ha amenazado con lograrlo a través de la presión económica. Inicialmente, el primer ministro Justin Trudeau restó importancia a estos comentarios, tomándolos como una broma. Sin embargo, el pasado viernes advirtió a líderes empresariales que la idea de absorber Canadá «es real» para Trump, debido a la riqueza en recursos naturales del país.
Las amenazas del presidente estadounidense han sido cada vez más específicas. El domingo declaró que podría imponer políticas económicas que harían «inviable» a Canadá como nación soberana, sugiriendo incluso cerrar el sector automotriz canadiense. «Sin EE. UU., Canadá realmente no tiene un país. Casi todo su comercio es con nosotros», afirmó Trump.
El protocolo diplomático establece que el país receptor debe aprobar la designación del embajador antes de que este pueda asumir su cargo. En noviembre pasado, Trump anunció que el excongresista de Michigan, Pete Hoekstra, sería el próximo embajador de EE. UU. en Canadá. Aunque Hoekstra todavía necesita la confirmación del Senado estadounidense, la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Mélanie Joly, lo ha recibido con optimismo, destacando su conocimiento sobre el comercio transfronterizo.
Greaves sostiene que la embajada de EE. UU. en Canadá opera en gran medida de manera autónoma, y que el puesto de embajador es un «nombramiento de patrocinio» que los presidentes utilizan para recompensar a sus aliados. Bloquear la llegada de Hoekstra «privaría a Trump de un premio político para uno de sus seguidores», dijo Greaves. «Eso le costaría algo».
La negativa a acreditar a un embajador es una medida diplomática extrema y rara vez utilizada. En 2023, Joly anunció que Canadá había denegado la visa diplomática a un «operador político» chino debido a sus vínculos con el Partido Comunista de China. En 2018, Ottawa bloqueó la llegada de tres diplomáticos rusos y expulsó a otros cuatro tras el envenenamiento del exespía Sergei Skripal en el Reino Unido. En 1987, Canadá se negó a recibir al agregado militar israelí Amos Yaron debido a su presunto papel en ataques a civiles palestinos en Beirut durante la guerra del Líbano en 1982.
Según Greaves, si Trump no cesa en sus declaraciones sobre la anexión de Canadá, el gobierno también debería considerar la posibilidad de prohibir su participación en la cumbre del G7, programada para junio en Alberta. «¿Por qué Canadá debería recibir como invitado de honor al líder de un país que está cuestionando repetidamente nuestra soberanía?», cuestionó el académico.
Si Ottawa decide bloquear el nombramiento de Hoekstra, es probable que EE. UU. responda con represalias diplomáticas o económicas. Sin embargo, Greaves enfatiza que esta sería una consecuencia necesaria para defender la independencia canadiense. «Este es el precio de nuestra independencia, según lo ha definido Donald Trump», concluyó.
La retórica de Trump sobre la anexión de Canadá plantea un desafío sin precedentes para la diplomacia canadiense. La respuesta de Ottawa a esta situación podría sentar un precedente para la defensa de su soberanía en el escenario internacional. Mientras la comunidad diplomática y la opinión pública debaten la viabilidad y las consecuencias de bloquear al embajador de EE. UU., la tensión entre ambos países sigue en aumento. La decisión que tome Canadá podría definir el futuro de su relación con su vecino del sur en una de las coyunturas políticas más críticas de los últimos años.