
THE LATIN VOX (01 de septiembre de 2025). Por Daniela Medina.
El orgullo por la hoja de arce, símbolo de identidad canadiense, se convierte en un arma de doble filo en el supermercado.
Empresas y cadenas de retail son acusadas de disfrazar importaciones como productos locales, generando desconfianza en consumidores, tensiones en el comercio internacional y un debate sobre qué significa realmente “Hecho en Canadá”.
Una práctica que erosiona la confianza nacional
El consumidor canadiense lleva años acostumbrado a ver la hoja de arce en envases, carteles de supermercados y campañas publicitarias. Es un símbolo cargado de identidad cultural, orgullo nacional y confianza en la calidad.
Pero en los últimos meses, la confianza ha comenzado a resquebrajarse: el término “maple-washing”, acuñado para describir la práctica de presentar productos importados como si fueran canadienses, ha encendido alarmas en asociaciones de consumidores, académicos y autoridades regulatorias.
El fenómeno no es menor. Según un informe de la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA), en solo nueve meses se recibieron casi un centenar de denuncias sobre etiquetado engañoso. Se confirmaron 29 violaciones que, aunque puedan parecer pocas, representan apenas la punta de un iceberg que amenaza con hundir la credibilidad del sistema de etiquetado nacional.
El marco legal: Entre la letra y la trampa
La legislación canadiense es clara en teoría, pero confusa en la práctica.
El término “Product of Canada” solo puede usarse si al menos el 98 % de los ingredientes y el proceso productivo son nacionales.
“Made in Canada” exige que la última transformación sustancial del producto ocurra en el país, aunque los insumos provengan del extranjero.
Y “Prepared in Canada” abarca tareas tan limitadas como el envasado.
Sin embargo, vacíos legales permiten que expresiones como “Conçu au Canada” (Diseñado en Canadá) o simples imágenes de la hoja de arce se utilicen sin restricciones ni requisitos específicos. En la práctica, cualquier fabricante extranjero puede añadir un símbolo patriótico a un envase, dando la impresión de que el producto es local.
El resultado es una frontera difusa entre lo auténticamente canadiense y lo simbólicamente canadiense.
Casos que indignaron al público
Campbell’s y la etiqueta engañosa
En agosto, la multinacional de sopas Campbell’s fue criticada por vender latas de la línea Chunky con un llamativo sello “Conçu au Canada”, pese a haber cerrado su última planta en Toronto en 2018. El caso se viralizó en redes sociales y se convirtió en símbolo del abuso de confianza hacia el consumidor.
Frutas con pasaporte falso
En supermercados como Walmart, IGA, Metro y Provigo, inspectores hallaron frutas y verduras presentadas como “Producto del Canadá” que en realidad provenían de Estados Unidos. Para muchos compradores, que pagan más por apoyar la agricultura local, fue un golpe directo a su bolsillo y a su confianza.
El papel de los consumidores: Del orgullo al enojo
El orgullo nacional se había convertido en un motor de consumo. En un contexto de tensiones comerciales con Washington, los canadienses mostraban preferencia por lo local como un gesto de soberanía económica. Sin embargo, al descubrirse que parte de esa elección estaba manipulada, el enojo fue inmediato.
Un estudio de NielsenIQ reveló que las compras de productos estadounidenses en Canadá cayeron un 8,5 % en los últimos meses, en parte como reacción al engaño. En redes sociales proliferan hashtags como #StopMapleWashing y grupos de consumidores exigen boicots contra cadenas reincidentes.
Las consecuencias legales: Multas millonarias y demandas colectivas
Desde junio de 2025, la entrada en vigor de nuevas disposiciones en la Competition Act ha reforzado el arsenal contra el maple-washing. Ahora, no solo la CFIA, sino también consumidores y grupos privados, pueden llevar reclamos ante el Competition Tribunal.
Las sanciones ya no son simbólicas: empresas culpables de publicidad engañosa enfrentan multas de hasta 10 millones de dólares canadienses, además de órdenes de corrección pública. A esto se suman los riesgos de demandas colectivas.
En Quebec, un precedente contra una marca de pasta que se anunciaba como “italiana” cuando en realidad era estadounidense dejó claro que los tribunales están dispuestos a castigar este tipo de maniobras.
Opiniones de expertos
El economista Pascal Thériault, de la Universidad McGill, advierte: “Etiquetas como ‘Conçu au Canada’ no tienen validez legal, y su uso masivo constituye un engaño. El patriotismo no puede ser un pretexto para manipular al consumidor”.
Por su parte, asociaciones como el Consumers Council of Canada piden reformas más estrictas, que prohíban de manera explícita el uso de símbolos nacionales cuando el producto no cumple estándares de origen.
Un problema con impacto internacional
El maple-washing no es solo un engaño doméstico: afecta también al comercio internacional. Productores locales, que deben cumplir rigurosas normativas para certificar origen, se ven desplazados por importaciones disfrazadas de canadienses que, al no asumir los mismos costos de producción, pueden ofrecer precios más bajos.
Esto genera tensiones con agricultores y fabricantes reales de Canadá, que ven amenazada su competitividad.
A nivel diplomático, también preocupa que el abuso del sello nacional pueda minar la reputación del país en mercados de exportación como Europa o Asia, donde “Hecho en Canadá” es sinónimo de calidad y fiabilidad.
El futuro: Transparencia o descrédito
El fenómeno del maple-washing plantea un dilema central: ¿pueden los símbolos nacionales seguir siendo un elemento de marketing o deben quedar reservados para productos que lo demuestren con evidencia verificable?
Si el retail canadiense no corrige el rumbo, corre el riesgo de perder no solo la confianza del consumidor, sino también el prestigio internacional de su marca-país. En un mundo donde la trazabilidad y la transparencia se convierten en valores esenciales, la hoja de arce ya no puede ser solo un adorno gráfico: debe ser garantía real.
Conclusión
Lo que empezó como un truco publicitario se ha transformado en un debate profundo sobre identidad, comercio justo y ética empresarial.
El maple-washing no es un simple fraude de etiquetas: es un reflejo de cómo los símbolos patrios pueden ser explotados en el mercado global y de cómo la ciudadanía exige autenticidad en un mundo saturado de mensajes engañosos.
Canadá enfrenta una encrucijada: limpiar su mercado interno de falsas promesas o arriesgarse a que la hoja de arce, en lugar de símbolo de orgullo, se convierta en emblema de desconfianza.
Fuente: CBC News
Foto: CBC News