El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha revelado que su gobierno informó a sus aliados antes de hacer públicas las acusaciones de que India estaba involucrada en el asesinato de un periodista canadiense en la Columbia Británica. El periodista, Karima Baloch, era una activista por los derechos humanos y la independencia de la región de Baluchistán, en el suroeste de Pakistán, donde India tiene intereses estratégicos.
Trudeau ha defendido su decisión de compartir esta información con la prensa, alegando que se trataba de un asunto grave que afectaba a la seguridad nacional y a la libertad de expresión. También ha afirmado que Canadá mantiene una relación sólida y constructiva con India, a pesar de las tensiones ocasionales por temas como las protestas de los agricultores o los derechos humanos.
Sin embargo, India ha negado rotundamente cualquier implicación en el asesinato de Baloch, y ha acusado a Canadá de interferir en sus asuntos internos y de difamar a su país. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores indio, Arindam Bagchi, ha calificado las declaraciones de Trudeau de «infundadas» e «irresponsables», y ha pedido a Canadá que proporcione pruebas que respalden sus acusaciones.
El asesinato de Baloch ha generado una gran conmoción entre la comunidad baluchi en Canadá y en todo el mundo, que teme por su seguridad y por la represión de su movimiento. Baloch había huido de Pakistán en 2016 tras recibir amenazas de muerte por su activismo político, y había obtenido el estatus de refugiada en Canadá. Su cuerpo fue encontrado sin vida en una playa cerca de Vancouver el pasado 21 de diciembre.
Este caso ha puesto de manifiesto la complejidad y la sensibilidad de las relaciones entre Canadá e India, dos países democráticos y multiculturales que comparten valores e intereses comunes, pero que también tienen diferencias y desafíos. La solución a este conflicto requiere transparencia, cooperación y respeto mutuo entre ambos gobiernos, así como entre sus respectivas sociedades civiles.