
THE LATIN VOX (23 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En medio de crecientes tensiones comerciales con Estados Unidos y una amenaza directa del epresidente Donald Trump de imponer aranceles del 35 % a los productos canadienses a partir del 1 de agosto, tres provincias canadienses han decidido tomar el control de su destino energético.
Ontario, Saskatchewan y Alberta firmaron esta semana un acuerdo histórico de cooperación para planificar y construir nueva infraestructura energética y comercial, incluidos oleoductos, líneas ferroviarias y otras vías logísticas clave para el país. La firma tuvo lugar durante la reunión del Consejo de la Federación, en la región de los lagos de Ontario.
Un mensaje claro: «Ya no podemos contar con los estadounidenses»
Doug Ford, primer ministro de Ontario, fue contundente: “Ya no podemos contar con los estadounidenses. Es así de simple”. Su comentario se da en un contexto de creciente incertidumbre por el futuro de la Línea 5, un oleoducto de más de 1,000 kilómetros que transporta diariamente 540,000 barriles de petróleo y gas natural desde Wisconsin y Michigan hasta las refinerías de Sarnia, Ontario.
Esa línea, operada por Enbridge desde 1953, enfrenta órdenes judiciales en EE.UU. para su cierre parcial, luego de que un tribunal estadounidense dictaminara que había invadido tierras indígenas de la comunidad Bad River Band of the Lake Superior Chippewa. El fallo obliga a Enbridge a cerrar tramos del oleoducto en tres años y pagar 5.2 millones de dólares en compensaciones.
Para Ford, el riesgo es inaceptable: “Si se cierra la Línea 5, prácticamente se paralizarán nuestros aeropuertos y gran parte de Ontario. No podemos tomar ese riesgo. Necesitamos una alternativa que garantice nuestra autonomía energética”, afirmó.
Más allá de la energía: Un movimiento geopolítico
El primer ministro de Saskatchewan, Scott Moe, también defendió el acuerdo, señalando la urgente necesidad de evitar la dependencia extranjera, tomando como ejemplo la experiencia europea frente al gas ruso.
“Canadá no debe repetir el error de Europa. No podemos ser dependientes de otro país para nuestra seguridad energética”, dijo Moe. Agregó que el nuevo proyecto debe servir para llevar los recursos energéticos del oeste canadiense hasta el centro y este del país, “no solo por razones económicas, sino por nuestra seguridad estratégica”.
Moe también expresó su deseo de escuchar al economista Mark Carney, presente en las reuniones, sobre cómo aumentar la capacidad portuaria del país y así diversificar los destinos de exportación, disminuyendo la dependencia comercial con EE.UU.
¿Una nueva columna vertebral energética para Canadá?
Aunque el proyecto aún se encuentra en su fase inicial —un protocolo de entendimiento—, el mensaje es claro: las provincias productoras están dispuestas a actuar, incluso si no hay un inversor privado detrás.
Para los firmantes, la infraestructura nacional de hidrocarburos es demasiado estratégica como para dejarla al arbitrio del mercado o de decisiones políticas extranjeras.
Enbridge, por su parte, está intentando mantener la Línea 5 operativa mediante la construcción de un túnel de protección bajo el estrecho de Mackinac, entre los lagos Michigan y Hurón.
Pero la oposición local en Estados Unidos y los problemas legales siguen aumentando, poniendo en riesgo una de las arterias energéticas más importantes del país.
¿Un nuevo mapa energético canadiense?
Este acuerdo podría marcar el inicio de un rediseño energético interno en Canadá, con un enfoque más nacionalista y resiliente.
La visión compartida por Ford, Moe y Smith es ambiciosa: construir una infraestructura energética soberana, conectar el oeste con el este, fortalecer la seguridad energética nacional y abrir nuevas rutas de exportación hacia mercados internacionales.
En un mundo donde la energía se ha convertido nuevamente en un arma geopolítica, Canadá comienza a mover sus piezas. Y esta vez, no está esperando la bendición de Washington.
Crédito fotográfico: La Presse canadienne / Nathan Denette