Canadá es uno de los países que más se ha comprometido con la lucha contra el cambio climático, pero también uno de los que más ha incumplido sus propias metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Esta semana, el gobierno liberal ha presentado su plan más detallado hasta la fecha para lograr sus objetivos climáticos, tras años de fracasos.
El plan es el primer informe obligatorio al Parlamento bajo la nueva ley de rendición de cuentas climática, que establece que el gobierno debe fijar objetivos regulares e incrementales para alcanzar el cero neto en 2050. El objetivo actual es reducir las emisiones de GEI en un 40-45% para 2030 respecto a los niveles de 2005, y establecer metas adicionales para 2035, 2040 y 2045.
El informe, de 271 páginas, explica qué se ha hecho y qué se debe hacer para cumplir con las metas climáticas, y muestra las posibles trayectorias de emisiones para cada uno de los principales sectores emisores de Canadá. El primer ministro Justin Trudeau se ha centrado en los sectores del petróleo y el gas y el transporte, que han aumentado sus emisiones en un 20% y un 16% respectivamente desde 2005.
El plan propone una serie de medidas para reducir las emisiones en estos sectores, como un impuesto al carbono que aumentará gradualmente hasta 170 dólares por tonelada en 2030, un límite estricto a las emisiones de metano, un estándar de combustible limpio, una inversión en infraestructura de transporte público y eléctrico, y un apoyo a la innovación y la transición justa.
El plan también reconoce el papel de otros sectores, como la agricultura, la silvicultura, la industria, los edificios y los residuos, y propone medidas para mejorar la eficiencia energética, la captura y almacenamiento de carbono, la electrificación, la bioenergía y la economía circular.
El plan ha sido elogiado por algunos expertos y grupos ambientalistas como un momento histórico para la política climática canadiense, pero también ha sido criticado por otros como insuficiente o perjudicial para la economía. Los partidos de la oposición han cuestionado la credibilidad del gobierno, que ha fallado en cumplir sus anteriores objetivos climáticos, y han pedido más acción y menos palabras.
Canadá se enfrenta así al desafío de demostrar que puede ser un líder mundial en materia de clima, y de evitar las consecuencias negativas del calentamiento global para su población y su territorio.