En un momento de incertidumbre global, Canadá se prepara para asumir la presidencia del Grupo de los Siete (G7) en 2025, un rol crucial en la política internacional que traerá consigo grandes desafíos y oportunidades. Este hito no solo subraya la creciente influencia del país en los asuntos globales, sino que también pondrá a prueba su capacidad para liderar en una era marcada por tensiones geopolíticas, crisis climáticas y transformaciones económicas.
El papel de la presidencia del G7
Cada año, uno de los miembros del G7 asume la presidencia de este foro internacional, compuesto por las economías más avanzadas del mundo: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos. La presidencia no solo implica organizar las cumbres anuales, sino también liderar las discusiones sobre los principales desafíos globales, coordinar políticas y dar forma a las agendas internacionales en áreas clave como el comercio, la seguridad, el cambio climático y los derechos humanos.
Para Canadá, asumir la presidencia del G7 en 2025 representa una oportunidad para destacar su enfoque progresista en temas globales, como la sostenibilidad, la igualdad de género y el fortalecimiento de la cooperación internacional.
Lo que está en juego
El mandato canadiense en el G7 llega en un contexto global complejo, donde la economía mundial sigue recuperándose de la pandemia de COVID-19, mientras las tensiones geopolíticas, especialmente en torno a Rusia y China, continúan afectando las relaciones internacionales. Entre los principales temas en la agenda estarán la seguridad cibernética, la transición hacia una economía baja en carbono y la reconstrucción de la confianza en las instituciones multilaterales.
1. Cambio climático: Canadá se ha comprometido a ser líder en la lucha contra el cambio climático, y este será uno de los principales temas bajo su presidencia. Se espera que Ottawa promueva la implementación de políticas más ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y apoye el financiamiento climático para los países en desarrollo.
2. Seguridad global: En un mundo cada vez más interconectado, la seguridad, tanto en términos de ciberseguridad como de conflictos internacionales, será una prioridad. Canadá podría liderar esfuerzos para fortalecer la cooperación en la lucha contra amenazas como el terrorismo, las pandemias y las ciberamenazas.
3. Economía digital y comercio: El G7 jugará un papel clave en la configuración del futuro del comercio digital. Canadá, que es un defensor de los acuerdos comerciales inclusivos y transparentes, tendrá la oportunidad de guiar a los países del G7 hacia políticas que promuevan un comercio digital justo y accesible.
4. Derechos humanos y democracia: En un clima global de creciente autoritarismo, la defensa de los derechos humanos será otra de las grandes apuestas de Canadá durante su presidencia. Este tema estará estrechamente vinculado a su política exterior, especialmente en relación con las democracias emergentes y los regímenes autoritarios.
Retos y expectativas
A pesar de las oportunidades que ofrece la presidencia del G7, Canadá también enfrentará varios desafíos. La creciente polarización política interna, la necesidad de equilibrar sus relaciones con Estados Unidos y China, y las presiones económicas derivadas de la inflación y las crisis globales pondrán a prueba la capacidad del país para mantener su liderazgo dentro del G7.
Además, mientras el mundo busca soluciones a los problemas transnacionales, Canadá tendrá que asegurarse de que sus intereses nacionales no se vean comprometidos en un entorno internacional cada vez más competitivo.
Un liderazgo global en transición
La presidencia del G7 también le brinda a Canadá la oportunidad de posicionarse como un líder global en la era post-pandemia. En un contexto donde las grandes potencias están redefiniendo sus estrategias geopolíticas, la capacidad de Canadá para construir coaliciones, promover el multilateralismo y defender los valores democráticos será puesta a prueba.
Al final, lo que suceda bajo la presidencia canadiense del G7 podría definir no solo el futuro de las políticas globales, sino también el rol de Canadá como un actor clave en el escenario internacional en los próximos años.