Un avión de pasajeros ruso que fue confiscado por las autoridades canadienses en 2019 podría ser entregado a Ucrania como parte de una compensación por la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia. El avión, un Tupolev Tu-204, está estacionado en el aeropuerto internacional Pearson de Toronto desde hace más de dos años, sin que nadie lo reclame.
El avión pertenecía a la aerolínea rusa Red Wings, que lo alquiló a una empresa de leasing llamada Ilyushin Finance Co. (IFC). Esta empresa fue sancionada por Canadá en 2014 por su apoyo a la intervención rusa en Ucrania. En 2019, el avión fue interceptado por la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (ASFC) cuando aterrizó en Toronto para realizar un vuelo chárter. La ASFC alegó que el avión violaba las sanciones canadienses y lo incautó.
Desde entonces, el avión ha estado en un limbo legal, sin que ninguna de las partes involucradas se haga cargo de él. Red Wings dice que no es el dueño del avión y que solo lo alquiló a IFC. IFC dice que no puede recuperar el avión porque está bajo las sanciones canadienses. El gobierno ruso dice que no tiene nada que ver con el avión y que se trata de un asunto privado entre las empresas.
Mientras tanto, el avión se está deteriorando por la falta de mantenimiento y está ocupando un espacio valioso en el aeropuerto. Según los expertos, el avión tiene un valor de mercado de unos 25 millones de dólares canadienses, pero podría costar más repararlo y ponerlo en funcionamiento.
Ante esta situación, el gobierno canadiense ha propuesto una solución: entregar el avión a Ucrania como parte de una compensación por la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014. Según fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá, esta medida sería una forma de apoyar a Ucrania y de enviar un mensaje claro a Rusia de que no tolera sus acciones agresivas.
La propuesta aún no ha sido oficializada, pero ya ha generado reacciones positivas por parte de Ucrania y negativas por parte de Rusia. El embajador de Ucrania en Canadá, Andriy Shevchenko, dijo que su país estaría encantado de recibir el avión y que lo usaría para fines humanitarios o de defensa. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que la propuesta era una provocación y una violación del derecho internacional.
El avión ruso confiscado en Toronto podría convertirse así en un nuevo símbolo de la tensión entre Canadá y Rusia, y de la solidaridad entre Canadá y Ucrania. El destino final del avión dependerá de la decisión del gobierno canadiense y de los posibles recursos legales de las partes afectadas.