Canadá tiene una segunda oportunidad para convertirse en actor clave en el mercado de gas natural licuado

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THE LATIN VOX (29 de junio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

A más de una década de que las expectativas sobre el crecimiento de la industria del gas natural licuado (GNL) en Canadá no se materializaran, el país se encuentra en una nueva carrera para convertirse en un jugador clave en el mercado global de Gas Natural Licuado (GNL)

Con proyectos millonarios en diversas etapas de desarrollo, Canadá podría estar a las puertas de una nueva era de prosperidad energética. Sin embargo, a pesar de los avances, el camino hacia el éxito no está exento de desafíos políticos, medioambientales y económicos.

Un panorama renovado

A lo largo de la última década, las promesas de un auge en la industria de GNL se desvanecieron, ya que decenas de proyectos fueron cancelados debido a obstáculos regulatorios, fluctuaciones en los precios de las materias primas y un contexto económico inestable.

En ese entonces, Canadá parecía estar perdiendo la carrera, mientras que Estados Unidos comenzó a consolidarse como el mayor exportador mundial de GNL.

Hoy, sin embargo, el panorama es diferente. El proyecto LNG Canadá, que ha sido uno de los más esperados, ya está en funcionamiento, y seis proyectos más están en diversas fases de desarrollo. Si todos ellos se materializan, representarán 109 mil millones de dólares en inversión de capital, según los datos del Ministerio de Recursos Naturales de Canadá.

Este resurgimiento se produce en un contexto de renovado apetito político por construir infraestructuras de gran escala, impulsar la economía canadiense y diversificar sus exportaciones, particularmente de cara a la creciente demanda de GNL en Asia. No obstante, algunos expertos advierten que Canadá podría haber perdido ya la oportunidad de convertirse en un líder global en la exportación de este recurso.

La entrada de comunidades indígenas

Un aspecto destacado de los nuevos proyectos de GNL es la participación creciente de comunidades indígenas. Uno de los proyectos más emblemáticos es el Ksi Lisims LNG, una terminal flotante propuesta por la Nación Nisga’a en la comunidad de Gingolx, ubicada en la costa noroeste de Columbia Británica.

Con una población de apenas 500 personas, esta pequeña comunidad pesquera se prepara para convertirse en un punto estratégico para la exportación de GNL a Asia.

Eva Clayton, presidenta electa de la Nación Nisga’a, subraya el impacto positivo que este proyecto tendrá en su comunidad: “Significa, en una palabra, prosperidad”. Después de una década de trabajo para que el proyecto avance, Clayton confía en que la decisión de inversión final se tomará a finales de este año, marcando un hito para su pueblo y para la industria energética canadiense.

Lo interesante de este enfoque es que muchos de los proyectos de GNL que actualmente están en desarrollo incluyen propiedad o asociaciones con comunidades indígenas, una diferencia clave con los proyectos propuestos hace una década. Este giro representa un cambio importante en la dinámica de propiedad en los proyectos energéticos, que anteriormente eran dominados por grandes corporaciones.

Los retos del camino

A pesar de los avances, el camino hacia el éxito no está exento de obstáculos. Ed Crooks, vicepresidente de Wood Mackenzie, una consultora global, es pesimista sobre las aspiraciones de Canadá de convertirse en una superpotencia exportadora de GNL. “Canadá nunca va a ser una superpotencia en exportación de GNL”, comenta Crooks, pero reconoce que el país sí tiene espacio para aumentar significativamente su capacidad de exportación.

Uno de los principales desafíos para el desarrollo de proyectos en Canadá ha sido la incertidumbre política y la burocracia. Crooks señala que es muy difícil construir infraestructura energética en Canadá, ya que constantemente se presentan objeciones de grupos comunitarios y ambientalistas, lo que retrasa o bloquea el avance de muchos proyectos.

La situación política también está cambiando. En los últimos años, Ottawa, junto con las provincias de Columbia Británica y Ontario, ha aprobado leyes para acelerar la construcción de proyectos importantes. No obstante, la implementación de estas reformas ha encontrado oposición, especialmente entre aquellos que temen que los impactos ambientales no sean adecuadamente considerados.

La competencia con Estados Unidos

Mientras Canadá da pasos para posicionarse como un proveedor confiable de GNL, Estados Unidos ha logrado consolidarse como el mayor exportador de GNL del mundo. Aunque muchos de los proyectos estadounidenses se encuentran en la Costa del Golfo, el proyecto de $50 mil millones en Alaska podría convertirse en un competidor serio para los proyectos en la costa oeste de Canadá.

Según Martin King, analista de energía en Calgary, el proyecto de Alaska cuenta con el respaldo del gobierno de EE.UU., que ha comprometido 30 mil millones de dólares en garantías de préstamos. A pesar de los desafíos logísticos, el proyecto de Alaska está siendo promocionado como una oportunidad atractiva para los inversionistas debido al apoyo coordinado de todos los niveles de gobierno.

Por su parte, Heather Exner-Pirot, directora de recursos naturales y medio ambiente en el Macdonald-Laurier Institute, advierte que, aunque el proyecto de Alaska tiene dificultades logísticas, podría ser un competidor importante para las iniciativas canadienses, especialmente porque cuenta con el respaldo político de las autoridades estadounidenses.

Preocupaciones ambientales y de cambio climático

Las preocupaciones ambientales también juegan un papel crucial en la controversia sobre el futuro del GNL en Canadá. A pesar de que el gas natural puede ayudar a algunos países a desplazarse del carbón, sigue siendo un combustible fósil y, por lo tanto, no está exento de críticas por su contribución al cambio climático.

Kolin Sutherland-Wilson, líder electo de la comunidad de Kispiox Band, ubicada en la región de Skeena River, una de las áreas más biodiversas del país, ha expresado su preocupación por los efectos de los proyectos de GNL en el ecosistema local.

Su comunidad, conocida por su rica tradición pesquera y su población de salmón, está inquieta por el impacto del gasoducto Prince Rupert y la construcción de la terminal flotante Ksi Lisims sobre los recursos naturales que dependen del río.

El momento crítico

La demanda de GNL en Asia está proyectada para crecer entre un 70% y 80% hasta 2050, según Wood Mackenzie. A pesar de las oportunidades, Canadá tiene una ventana de tiempo limitada para capitalizar este auge, ya que la energía renovable podría desplazar al gas natural en los próximos años.

Dulles Wang, analista de Wood Mackenzie, sostiene que los próximos 5 a 10 años serán críticos para el desarrollo de proyectos, cuando la demanda en Asia se espera que sea más fuerte. “Después de eso, el panorama es más incierto”, advierte Wang.

Canadá se enfrenta a un dilema crucial: aprovechar la oportunidad de convertirse en un actor importante en el mercado global de GNL o ver cómo otros países, como los EE.UU. y Alaska, lideran el camino.

Con inversiones millonarias, el creciente apoyo político y el respaldo de las comunidades indígenas, el país podría tener una segunda oportunidad para cumplir con las promesas de hace una década.

No obstante, el éxito dependerá de cómo se gestionen los desafíos regulatorios, políticos y ambientales que aún persisten.

La carrera está en marcha, pero el reloj está corriendo. El futuro energético de Canadá se decidirá en los próximos años.

Crédito fotográfico: Adobe Stock.


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