
THE LATIN VOX (18 de noviembre de 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Transport Canada está preparando la transferencia de su ala de aviación civil al Departamento de Defensa Nacional (DND), un movimiento que ha generado preocupación por la falta de información pública y la incertidumbre sobre el futuro de programas críticos de vigilancia.
La medida fue anticipada en el reciente presupuesto federal, presentado por el ministro de Finanzas François-Philippe Champagne, y su objetivo declarado es “reestructurar los servicios centrales de aviación, transfiriendo la mayoría de funciones, servicios y activos al DND, aprovechando ofertas comerciales donde corresponda”.
Aunque el presupuesto asegura que la capacitación y certificación de pilotos se mantendrán sin afectar a los pilotos comerciales o no comerciales, la justificación detrás del traslado sigue siendo nebulosa.
Transport Canada opera una flota de aproximadamente 52 aeronaves, de las cuales 24 son propias y el resto arrendadas, incluyendo un nuevo dron israelí Hermes 900 Starliner destinado a la vigilancia del Ártico.
Hasta ahora, ni Transport Canada ni el Departamento de Finanzas han explicado cómo se integrarán estas capacidades en la estructura militar ni cómo afectará esto a programas como el Programa Nacional de Vigilancia Aérea (NASP), que monitorea las costas de Canadá para prevenir contaminación y proteger la fauna marina.
El traslado recuerda la reciente absorción de la Guardia Costera canadiense dentro del DND. Según Mario Pelletier, comisionado de la Guardia Costera, la integración de servicios civiles con la defensa sigue siendo confusa, especialmente respecto a la recopilación y el intercambio de información de vigilancia.
“Actualmente no estamos buscando defensa, sino ocupar un espacio donde podamos recolectar información y transmitirla a nuestros colegas del DND”, declaró Pelletier ante un comité del Parlamento.
Analistas señalan que la motivación principal parece estar vinculada a compromisos internacionales de defensa. Canadá se ha comprometido a aumentar el gasto en defensa hasta un cinco por ciento del Producto Interno Bruto, siguiendo el nuevo estándar de la OTAN.
“Esto se hace para incrementar el porcentaje del PIB destinado a defensa”, explica Michael Byers, experto en política y defensa de la Universidad de Columbia Británica. “El problema es que estas decisiones se toman sin considerar cómo cumplir las funciones civiles esenciales que realizan la Guardia Costera y Transport Canada”.
El traslado tiene implicaciones operativas inmediatas. El NASP redujo el verano pasado sus patrullajes árticos a un estado “bajo demanda” debido a la falta de aeronaves disponibles y a la negativa de pagar horas extra a pilotos dedicados.
Además, el dron Hermes 900, adquirido por 36 millones de dólares, aún no ha sido desplegado y su integración con la Fuerza Aérea Real de Canadá —que cuenta con una flota distinta de drones MQ-9 Reaper— sigue sin definición clara.
El contexto geopolítico añade complejidad. Tanto Rusia como China han aumentado su presencia en el Ártico en busca de recursos y nuevas rutas marítimas, desarrollando UAVs de doble uso capaces de operar en condiciones extremas.
La transferencia de Transport Canada al DND plantea la pregunta de si Canadá podrá mantener la vigilancia civil mientras cumple con sus compromisos militares y de defensa.
Por ahora, la falta de transparencia sobre el traslado y su impacto en la infraestructura, la flota y los programas de vigilancia críticos deja un panorama incierto. Los canadienses, expertos y aliados internacionales observan con atención cómo se gestionará esta integración de capacidades civiles y militares en un momento de crecientes tensiones estratégicas en el Ártico.
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