Canadá es uno de los pocos países del mundo que permite la muerte asistida, es decir, la práctica de ayudar a una persona a morir de forma voluntaria y sin dolor. Esta opción está disponible para los adultos que sufren una enfermedad grave e incurable, que tienen un sufrimiento intolerable y que dan su consentimiento informado. Sin embargo, la ley canadiense sobre la muerte asistida ha sido objeto de varios cambios y debates en los últimos años, lo que ha generado interés y controversia a nivel internacional.
La ley original, aprobada en 2016, solo permitía la muerte asistida a las personas cuya muerte natural fuera “razonablemente previsible”. Esta condición fue impugnada por varias personas que no cumplían ese requisito, pero que querían acceder a la muerte asistida por otras razones, como la demencia, la discapacidad o la enfermedad mental. En 2019, un tribunal declaró que la ley era inconstitucional y ordenó al gobierno que la modificara.
En respuesta, el gobierno presentó un proyecto de ley en 2020 que eliminaba la exigencia de la muerte razonablemente previsible y ampliaba el acceso a la muerte asistida a más personas. El proyecto de ley también introducía algunas salvaguardas, como la obligación de consultar a dos médicos, la posibilidad de retirar el consentimiento en cualquier momento y la prohibición de la muerte asistida para los menores de edad y las personas con discapacidad mental.
El proyecto de ley fue aprobado por el parlamento en marzo de 2021, pero no sin oposición. Algunos grupos, como los defensores de los derechos de las personas con discapacidad, los líderes religiosos y los expertos en ética, criticaron que la ley fuera demasiado permisiva y que pusiera en riesgo la vida y la dignidad de las personas vulnerables. Otros grupos, como los defensores de los derechos de los pacientes, los médicos y los juristas, elogiaron que la ley fuera más inclusiva y respetuosa con la autonomía y la libertad de las personas.
La ley canadiense sobre la muerte asistida ha sido objeto de atención y análisis por parte de otros países que también debaten sobre este tema, como el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Algunos de estos países han seguido el ejemplo de Canadá y han legalizado o están considerando legalizar la muerte asistida bajo ciertas condiciones. Otros países, como España, han optado por una fórmula diferente, como la eutanasia, que implica que el médico administra directamente la sustancia letal al paciente.
La muerte asistida es un tema complejo y sensible que plantea cuestiones éticas, legales, médicas y sociales. Canadá ha sido uno de los pioneros en regular esta práctica y en adaptar su ley a las demandas y necesidades de su población. Sin embargo, la ley canadiense no es perfecta ni definitiva, y sigue siendo susceptible de ser revisada y mejorada en el futuro.