Varios canadienses que residen o visitan Israel se encuentran en una situación de alerta y miedo tras el lanzamiento de más de 200 cohetes por parte del grupo militante Hamas desde la Franja de Gaza hacia el territorio israelí. Se trata del mayor ataque de este tipo desde el conflicto de 2014, que provocó la muerte de más de 2.000 palestinos y 70 israelíes.
El ataque se produjo después de que la policía israelí irrumpiera en la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam, y reprimiera con violencia a los fieles musulmanes que protestaban por las restricciones de acceso al lugar durante el mes sagrado del Ramadán. El enfrentamiento dejó más de 300 heridos, la mayoría palestinos.
Entre los canadienses afectados por el ataque se encuentra David Roytenberg, un ingeniero informático que vive en Jerusalén desde hace cuatro años. Roytenberg dijo que estaba trabajando en su casa cuando escuchó las sirenas que advertían del peligro de los cohetes y que tuvo que refugiarse en el sótano junto con su esposa y sus dos hijos. Dijo que nunca había vivido una situación así y que estaba muy preocupado por la escalada de violencia.
Otra canadiense que se vio sorprendida por el ataque fue Sara Yacobi-Harris, una estudiante de doctorado que está realizando una investigación en Tel Aviv. Yacobi-Harris dijo que estaba en una cafetería cuando empezaron a sonar las alarmas y que tuvo que correr a un refugio cercano junto con otras personas. Dijo que se sintió muy asustada y que no sabía cuándo iba a terminar el ataque.
El gobierno canadiense ha expresado su preocupación por la situación y ha instado a todas las partes a reducir las tensiones y evitar más violencia. El ministro de Asuntos Exteriores, Marc Garneau, dijo que Canadá condena los ataques indiscriminados de Hamas contra civiles israelíes y que apoya el derecho de Israel a defenderse. También dijo que Canadá está profundamente preocupado por los actos de violencia y provocación en Jerusalén y que pide el respeto al estatus quo de los lugares sagrados.