El reciente paso de buques de guerra de Estados Unidos y Canadá a través del estrecho de Taiwán ha generado una fuerte respuesta por parte de Pekín, que acusa a ambos países de socavar la paz y la estabilidad en la región. El Ejército Popular de Liberación (EPL) de China monitoreó de cerca la operación, declarando que había seguido el tránsito del destructor de misiles guiados estadounidense USS Rafael Peralta y la fragata canadiense HMCS Ottawa durante su recorrido por el estrecho el 1 de noviembre.
El portavoz del comando del teatro oriental del EPL, coronel Shi Yi, calificó la operación como un acto «hiperpublicitado» y provocador, advirtiendo que las fuerzas armadas chinas permanecen en estado de alerta para salvaguardar la soberanía y la seguridad de la nación. Este evento se enmarca en un contexto de tensiones crecientes entre China y Occidente, debido al apoyo de Estados Unidos a Taiwán, a pesar de no reconocer formalmente su independencia.
Desde la perspectiva de Washington y Ottawa, el tránsito de los buques fue una operación rutinaria y en plena conformidad con el derecho internacional. El portavoz de la Séptima Flota de la Marina de los EE.UU. explicó que se trató de una misión destinada a subrayar su compromiso con un «Indo-Pacífico libre y abierto». Canadá también defendió su participación, afirmando que la operación refuerza su compromiso con la libertad de navegación en la región.
Taiwán, que enfrenta una creciente presión militar de China, confirmó que monitoreó el paso de los buques estadounidenses y canadienses, pero consideró que la situación era «normal». Las tensiones entre China y Taiwán han escalado significativamente en los últimos meses, en parte debido a acciones como la visita de la expresidenta de la Cámara de Representantes de los EE.UU., Nancy Pelosi, a la isla, lo que provocó una serie de ejercicios militares por parte de Pekín.
Este episodio marca otro punto álgido en la competencia geopolítica que enfrenta a China y EE.UU. por el control de las rutas estratégicas del Indo-Pacífico, con el estrecho de Taiwán como escenario central. Para Pekín, cualquier actividad militar extranjera en esta área representa una amenaza directa a su reclamo sobre Taiwán, mientras que para Occidente, estas operaciones son una demostración de que no permitirán que China altere unilateralmente el status quo de la región.