
THE LATIN VOX (27 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En un nuevo capítulo de la prolongada guerra comercial entre Estados Unidos y Canadá, el Departamento de Comercio estadounidense ha impuesto un arancel antidumping definitivo del 20.56% sobre las importaciones de madera blanda canadiense, una medida que las autoridades y empresarios de Columbia Británica han calificado de injustificada, punitiva y abiertamente proteccionista.
El anuncio, que llega tras meses de tensas negociaciones y con un trasfondo político marcado por la retórica del presidente Donald Trump, representa un nuevo revés para el ya afectado sector forestal de la provincia canadiense.
La decisión incluye, además, la aplicación retroactiva de estos aranceles a las exportaciones realizadas desde el 1 de enero de 2023, lo que podría llevar al cierre de pequeños productores e incluso poner en riesgo bienes personales de algunos empresarios del sector.
Una industria en crisis
La respuesta desde Columbia Británica no se hizo esperar. El ministro de Bosques, Ravi Parmar, calificó el aumento de aranceles como «un golpe directo al estómago» para una industria que, en sus palabras, ya ha perdido más de 40.000 empleos desde la década de 1990. «Donald Trump ha hecho de la destrucción de la economía canadiense su misión personal, y ningún sector lo ha sentido tanto como el forestal», declaró a CBC News.
El impacto no será solo canadiense. Parmar advirtió que la medida también afectará a los consumidores estadounidenses: “El precio de construcción o compra de una vivienda en EE.UU. podría aumentar entre $15.000 y $20.000 dólares debido a esta decisión.”
Según la B.C. Lumber Trade Council, si los resultados preliminares de la revisión en curso sobre los aranceles compensatorios se confirman, la tasa total combinada sobre la madera canadiense podría superar el 30%. En abril, el porcentaje provisional ya había sido elevado a un 34.45%, más del doble de la tarifa anterior.
Acusaciones de subsidios y tensiones históricas
Las autoridades estadounidenses argumentan que las aranceles impuestos responden a una competencia desleal, ya que el sistema canadiense de tarifas de aprovechamiento forestal en tierras de la Corona constituye, a su juicio, un subsidio estatal encubierto.
Sin embargo, desde Canadá se ve esta explicación como una excusa más para proteger artificialmente a los productores estadounidenses, incapaces de cubrir la totalidad de la demanda interna. “Estados Unidos solo puede abastecer el 70% de su propia demanda de madera blanda.
El otro 30% lo importa, y el 25% proviene de Canadá, especialmente de Columbia Británica”, explicó Kurt Niquidet, presidente de la B.C. Lumber Trade Council.
Además, el gobierno de Trump ha iniciado una investigación federal sobre las importaciones de madera por supuestos riesgos a la seguridad nacional, lo que podría profundizar aún más las restricciones al comercio.
Una presión interna creciente
Frente al avance de estas políticas restrictivas, crece también la presión dentro de la provincia para que el gobierno actúe. La directora ejecutiva del Consejo de Industrias Forestales de B.C., Kim Haakstad, pidió medidas urgentes para reactivar la producción, incluyendo la agilización de permisos, la reducción de la burocracia y la reactivación de ventas de madera.
“El mensaje debe ser claro: queremos reconstruir una industria forestal sostenible. Eso no solo beneficiará a las comunidades dependientes del sector, sino que también podría generar más de $300 millones de dólares en ingresos para la provincia», dijo Haakstad.
¿Un nuevo acuerdo a la vista?
Mientras tanto, en Ottawa, el Primer Ministro Mark Carney ha insinuado la posibilidad de incluir cuotas para la madera blanda en un futuro acuerdo comercial con Washington.
Pero los analistas advierten que la situación actual refleja una falta de voluntad política en EE.UU. para resolver este conflicto de larga data, que se remonta a los años 80 y ha generado disputas en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en más de una ocasión.
Más allá de los aranceles
Más allá de la disputa comercial, la industria forestal de Columbia Británica enfrenta otros desafíos internos: la devastadora infestación del escarabajo del pino, el cierre de numerosos aserraderos y la migración de grandes empresas a Estados Unidos en busca de condiciones más favorables.
Ante este panorama, muchos temen que el aumento de aranceles no solo perjudique las exportaciones, sino que acelere la desindustrialización de comunidades enteras, cuya economía depende del sector forestal.
Mientras el presidente Trump insiste en políticas que castigan a su principal proveedor de madera, y mientras las negociaciones bilaterales siguen estancadas, la madera canadiense —y las personas que viven de ella— enfrentan uno de sus inviernos más duros, en pleno verano.
Crédito fotográfico: Reuters