El reciente estallido de violencia entre Israel y Hamas ha provocado una ola de reacciones en todo el mundo, incluyendo Canadá, donde viven más de 400.000 judíos y más de 600.000 musulmanes. El conflicto, que ha causado más de 200 muertos y miles de heridos, ha generado también divisiones y tensiones entre estos dos grupos religiosos en el país norteamericano.
Algunos canadienses se han manifestado en apoyo a Israel, alegando que tiene derecho a defenderse de los ataques con cohetes lanzados por Hamas desde la Franja de Gaza. Otros, en cambio, han expresado su solidaridad con el pueblo palestino, denunciando que sufre una ocupación ilegal y una violación de sus derechos humanos por parte de Israel.
Estas posturas enfrentadas han derivado en algunos casos en actos de violencia, intimidación y odio. Por ejemplo, en Montreal, un grupo de manifestantes proisraelíes agredió a un periodista que cubría una protesta propalestina. En Toronto, una sinagoga fue vandalizada con grafitis antisemitas. Y en Edmonton, una mezquita recibió amenazas de muerte.
Ante esta situación, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha hecho un llamado a la calma y al diálogo. Trudeau ha condenado tanto los ataques de Hamas como los bombardeos de Israel, y ha instado a ambas partes a poner fin a la violencia y reanudar las negociaciones de paz. Asimismo, ha reafirmado el compromiso de Canadá con la solución de dos estados, es decir, la coexistencia pacífica de Israel y Palestina dentro de unas fronteras seguras y reconocidas.
Sin embargo, algunos expertos advierten que el conflicto entre Israel y Hamas no tiene una solución fácil ni rápida, y que seguirá influyendo en la dinámica social y política de Canadá. Según el profesor Janice Stein, de la Universidad de Toronto, el conflicto es un reflejo de las profundas divisiones que existen en Oriente Medio, y que también se reproducen en la diáspora. Stein sostiene que el papel de Canadá debería ser el de facilitar el diálogo entre las comunidades judía y musulmana, y el de apoyar los esfuerzos humanitarios y diplomáticos para aliviar el sufrimiento de los civiles afectados por la guerra.