
THE LATIN VOX (18 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La lucha contra los carteles de drogas en México ha sido un tema recurrente en la política estadounidense, pero con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la propuesta de clasificar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés) podría cambiar radicalmente la dinámica entre ambos países.
Aunque la medida está dirigida principalmente a abordar la crisis del fentanilo en EE. UU., expertos y autoridades temen que esta clasificación sea el primer paso hacia una mayor intervención militar en territorio mexicano.
El plan de Trump y sus implicaciones
Trump ha prometido una “guerra” contra los carteles mexicanos, y la designación como FTO sería uno de sus primeros pasos al asumir nuevamente el poder. En su visión, los carteles no solo son actores criminales, sino que terrorizan a Estados Unidos mediante el tráfico de drogas y la migración masiva. Según Marco Rubio, quien ha sido designado para ser secretario de Estado, esta medida ayudaría a identificar a los carteles y a calificar su actividad como lo que realmente es: terrorismo.
Sin embargo, la propuesta ha generado una fuerte reacción en México, especialmente de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, quien rechazó la clasificación tajantemente, asegurando que México es un país soberano que no acepta injerencias extranjeras.
La postura mexicana refleja la complejidad de la situación, pues aunque ambos países enfrentan el mismo problema, la forma en que se debe abordar la violencia y el crimen organizado es un tema de desacuerdo constante.
¿Qué implicaría la designación?
Los carteles mexicanos ya están en el punto de mira de las agencias estadounidenses, que tienen diversas herramientas legales para atacar el crimen organizado transnacional. La designación de los carteles como FTOs permitiría ampliar el rango de personas que podrían ser objetivo de sanciones, incluyendo a quienes proporcionan “apoyo material” a estos grupos, desde apoyo logístico hasta servicios financieros o armas.
Sin embargo, según expertos, el impacto real de esta clasificación podría ser limitado, ya que EE. UU. ya tiene a su disposición una serie de mecanismos para enfrentar a los carteles sin necesidad de esta etiqueta. Lo que realmente preocupa es la posibilidad de que esta medida sirva como justificación para futuras intervenciones militares.
¿El primer paso hacia la intervención militar?
Aunque la designación como FTO no autoriza automáticamente el uso de la fuerza militar, Trump ya ha expresado su intención de bombardear laboratorios de drogas y ha discutido la posibilidad de enviar fuerzas especiales para eliminar a los líderes de los carteles.
Algunos expertos, como Mónica Serrano, del Colegio de México, advierten que aunque el uso de tropas en el terreno es poco probable, los ataques con drones podrían convertirse en una herramienta de acción más directa, similar a las tácticas utilizadas por Israel en sus enfrentamientos con grupos terroristas.
Serrano señala que el contexto internacional ha cambiado, y el uso de la fuerza ahora es menos restringido que en el pasado, lo que abre la puerta a un enfoque más agresivo. Sin embargo, muchos se preguntan si la intervención militar realmente solucionaría el problema o solo exacerbaría la violencia en una región ya devastada por años de conflicto.
El desafío de la cooperación bilateral
Una intervención militar podría tener consecuencias devastadoras para las relaciones entre EE. UU. y México, que ya atraviesan un momento delicado. La cooperación bilateral en seguridad se ha visto afectada por incidentes como la reciente guerra interna en el cartel de Sinaloa, que estalló tras la captura de dos de sus líderes en Texas, lo que provocó más de mil muertos y desaparecidos en Sinaloa.
A esto se suma la presión migratoria, las deportaciones masivas y la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), lo que ha complicado aún más la relación.
Según María Calderón, del Wilson Center, el principal desafío para las dos naciones es restaurar una cooperación de seguridad efectiva sin caer en acciones unilaterales que solo agraven la situación. A largo plazo, enfatiza Calderón, es fundamental reducir el tráfico de armas desde EE. UU., que alimenta a los carteles mexicanos, y cortar los recursos financieros que estos grupos utilizan para operar.
Un cambio de enfoque necesario
Para frenar la influencia de los carteles, muchos analistas consideran que la solución debe ir más allá de la violencia y la represión. Cortar el flujo de armas y aplicar estrictos controles financieros podría ser más efectivo que cualquier intervención militar. Los carteles, al fin y al cabo, son empresas multimillonarias que operan gracias a la demanda de drogas ilícitas en EE. UU. y a la corrupción en ambos lados de la frontera.
La propuesta de Trump de clasificar a los carteles mexicanos como terroristas tiene un alto costo político y diplomático. Aunque podría ser vista como una acción contundente para enfrentar el tráfico de drogas, también podría agudizar aún más los problemas de seguridad y diplomacia entre los dos países.
Al final, la verdadera pregunta es si Estados Unidos y México están dispuestos a abordar el problema desde sus raíces, o si preferirán seguir alimentando una guerra que ya ha cobrado demasiadas vidas.
Crédito fotográfico: Marco Ugarte/AP