
THE LATIN VOX (2 de marzo del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó ayer un decreto ejecutivo que establece el inglés como el idioma oficial del país. Esta medida tiene implicaciones significativas para la forma en que las agencias gubernamentales y las organizaciones que reciben fondos federales podrán ofrecer sus servicios y documentos, permitiendo que decidan si continuarán proporcionando asistencia en otros idiomas además del inglés.
El decreto revoca una orden del expresidente Bill Clinton que requería que las instituciones públicas y las entidades que recibían fondos federales proporcionaran asistencia lingüística a los hablantes no nativos del inglés.
En su lugar, la nueva política de Trump resalta que el establecimiento del inglés como idioma oficial fortalecerá la comunicación, reforzará los valores nacionales compartidos y promoverá una sociedad más cohesionada y eficiente.
Según el texto del decreto, “Establecer el inglés como idioma oficial no solo simplificará la comunicación, sino que también reforzará los valores nacionales compartidos y creará una sociedad más cohesionada y eficiente”.
Además, el orden destaca que, al dar la bienvenida a nuevos estadounidenses, esta política fomentará el aprendizaje y la adopción del idioma nacional, lo cual “hará de Estados Unidos un hogar compartido y empoderará a los nuevos ciudadanos para lograr el sueño americano”.
El decreto también subraya que el inglés no solo abre puertas económicas, sino que ayuda a los recién llegados a participar en sus comunidades, involucrarse en las tradiciones nacionales y devolver algo a la sociedad. La propuesta refleja un esfuerzo por integrar a los inmigrantes a la vida cultural y cívica del país, al mismo tiempo que se alinea con el concepto de un idioma común que fortalezca la unidad nacional.
A lo largo de las últimas décadas, varios legisladores han intentado promulgar leyes para designar el inglés como idioma oficial en todo el país, pero esos esfuerzos no habían logrado prosperar. En cambio, más de 30 estados ya han aprobado leyes que designan el inglés como su idioma oficial, según US English, una organización que aboga por este tipo de legislación.
Sin embargo, esta decisión ha generado controversia, especialmente en un país caracterizado por su diversidad lingüística y cultural.
Para muchos grupos hispanohablantes y defensores de los derechos de los inmigrantes, la medida es vista como un retroceso en la inclusión de las comunidades no anglófonas.
De hecho, algunos expresaron su frustración cuando, poco después de la inauguración de Trump, la administración retiró la versión en español del sitio web oficial de la Casa Blanca, lo que aumentó la confusión y el malestar entre los hispanohablantes.
La Casa Blanca, en ese momento, declaró que se comprometería a restaurar la versión en español del sitio web, pero, hasta el sábado, no se había llevado a cabo dicha restauración. Durante su primer mandato, Trump eliminó la página en español, pero la administración de Joe Biden la restauró tras su toma de posesión en 2021.
La firma de este decreto no solo refleja el enfoque de Trump hacia la homogeneización cultural, sino que también tiene el potencial de influir en políticas futuras relacionadas con los servicios gubernamentales y el acceso de los inmigrantes a la asistencia en su lengua materna.
Si bien más de 30 estados ya han aprobado leyes que designan el inglés como su idioma oficial, la implementación a nivel federal puede tener un impacto mucho más amplio, afectando a millones de ciudadanos y residentes en el país.
En un país donde el inglés ha sido tradicionalmente el idioma predominante, este cambio podría acelerar la transición hacia una sociedad donde el dominio del inglés se convierta en un requisito aún más esencial para acceder a servicios, empleos y participación cívica. Sin embargo, también plantea preguntas sobre cómo equilibrar la preservación de las lenguas y culturas que han formado parte integral de la identidad estadounidense desde sus inicios.
El futuro de la diversidad lingüística en los EE. UU. está ahora en una encrucijada, y este decreto de Trump es solo el comienzo de un debate más amplio sobre la identidad nacional y el lugar de las lenguas extranjeras en la vida pública.
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