
THE LATIN VOX (20 de marzo del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El 15 de marzo, la Universidad de Columbia recibió lo que podría considerarse la carta más peligrosa en la historia de la educación superior en Estados Unidos. En un tono que recuerda al de un jefe mafioso, el gobierno de Estados Unidos amenazó con cortar dos dedos vitales de la universidad: la libertad académica y la autonomía de la facultad.
La carta, una suerte de nota de rescate, exigía que Columbia cumpliera con una serie de demandas impuestas por la administración de Donald Trump para tener siquiera una oportunidad de recuperar los 400 millones de dólares en fondos federales para la investigación científica que fueron cancelados el 7 de marzo.
Un detalle peculiar de esta amenaza es que uno de los objetivos específicos mencionados en la carta fue el departamento de Estudios del Medio Oriente, Asia Meridional y África (Mesaas) de Columbia, un pequeño departamento de humanidades dedicado a estudiar las lenguas, culturas e historias de estas regiones.
El gobierno no solo exigió que este departamento fuera puesto bajo «intervención judicial» —es decir, tomado bajo control directo de la universidad— sino que lo consideró una condición previa para cualquier tipo de negociación futura.
Este ataque directo al autogobierno académico y la libertad de pensamiento dentro de una universidad estadounidense marca un punto de inflexión en la lucha contra el autoritarismo que está tomando forma en Washington. La amenaza de poner a Mesaas bajo control externo se convierte en un campo de batalla simbólico, donde el futuro de la educación superior en EE. UU. parece estar en juego.
¿Por qué Mesaas?
La respuesta a esta pregunta es clara: el departamento de Mesaas ha sido una de las voces más críticas respecto al apoyo inquebrantable de Estados Unidos al estado de Israel y su violencia contra el pueblo palestino.
Mientras que el gobierno estadounidense sigue siendo prácticamente el único en el mundo en apoyar de manera incondicional las acciones del gobierno israelí, los académicos de Mesaas han cuestionado profundamente la narrativa oficial y las ideas raciales que alimentan este apoyo.
Aunque el departamento de Mesaas no estuvo involucrado en la organización de las protestas estudiantiles por Gaza, la administración de Trump ha decidido intervenir, no solo para controlar las manifestaciones políticas en el campus, sino también para imponer su control sobre la investigación académica. Este es un ataque directo a la libertad de los académicos para investigar, discutir y enseñar sin temor a represalias políticas.
Un ataque sin precedentes a la autonomía universitaria
Lo que está sucediendo con Mesaas es un intento sin precedentes de incidir directamente en el autogobierno de las universidades.
Aunque en ocasiones las universidades han tenido que intervenir en departamentos académicos cuando su autogobierno se ha visto comprometido, lo que el gobierno de EE. UU. está exigiendo es algo mucho más grave: una intervención de cinco años en la que Columbia debe someterse a una supervisión externa y establecer «entregables» concretos sobre cómo se gestionará el departamento.
Nunca antes se había visto una medida tan drástica que no solo socavara la autonomía de un departamento, sino que también estableciera que el futuro financiero de toda la universidad dependiera de su cumplimiento con estas condiciones.
Este es un paso hacia la centralización del control gubernamental sobre las universidades y un ataque directo a los principios fundamentales que han definido a las instituciones académicas estadounidenses durante siglos.
El comienzo del fin de la independencia académica
Si la administración de Columbia cede a las demandas del gobierno, se marcará el comienzo de la destrucción de la universidad como un espacio autónomo e independiente, capaz de pensar y debatir sin miedo a la represalia política.
Este sería el primer paso hacia el colapso de lo que se entiende como la educación superior en Estados Unidos. En última instancia, este ataque a la libertad académica es parte de un esfuerzo más amplio para redefinir el papel de las universidades en la sociedad estadounidense, según la agenda de grupos como el American Enterprise Institute, que proporcionaron el modelo para esta intervención.
Por otro lado, la respuesta judicial podría frenar momentáneamente las iniciativas de la administración, como ya ha sucedido con más de 40 de sus acciones previas, pero el resultado final está lejos de ser claro. Si bien el sistema judicial estadounidense sigue siendo un freno potencial, es evidente que el gobierno busca consolidar su poder sobre las universidades y la investigación académica, un paso inquietante hacia el autoritarismo.
La respuesta de la Universidad de Columbia: ¿Un desafío en los tribunales?
La Universidad de Columbia tiene hasta el 20 de marzo para decidir cómo responder a esta amenaza. Si cede a las demandas del gobierno, los efectos podrían ser devastadores para la universidad y la educación superior en general. Sin embargo, si resiste y elige llevar este asunto ante los tribunales, se abrirá un capítulo crucial en la lucha por la independencia académica en Estados Unidos.
Lo que está en juego no es solo el futuro de Columbia, sino el futuro de la educación superior en un país que se enfrenta a un desafío creciente a sus principios fundamentales de libertad académica y autonomía institucional.
En este momento, la respuesta de la universidad podría marcar la diferencia entre la preservación de un sistema educativo libre y la sumisión a un control gubernamental autoritario.
Crédito fotográfico: Reuters