
THE LATIN VOX (8 de agosto del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En un giro que ha captado la atención internacional, la administración Trump ha decidido duplicar la recompensa por la captura de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, elevándola a la impresionante cifra de 50 millones de dólares.
Esta decisión, anunciada por Pam Bondi, Fiscal General en funciones, llega en un momento de tensiones crecientes entre Estados Unidos y Venezuela, y está enmarcada dentro de las acusaciones de narcoterrorismo y conspiración para importar cocaína, formuladas contra Maduro en 2020.
El endurecimiento de la política estadounidense hacia el gobierno venezolano no es una novedad; la relación entre ambos países ha sido volátil durante años.
Sin embargo, esta última medida marca un paso más en la lucha de Estados Unidos contra lo que considera un sistema liderado por un narcotraficante global, con el objetivo de acabar con lo que la administración Trump describe como «un imperio de violencia y droga que amenaza la seguridad nacional de los estadounidenses».
Nicolás Maduro: Entre la acusación y la resistencia
Maduro fue formalmente acusado en 2020 por un gran jurado federal en Nueva York de narcoterrorismo, conspiración y tráfico de drogas, acusaciones que, según las autoridades estadounidenses, lo vinculan directamente con carteles de drogas que operan en América Latina.
La recompensa inicial por su captura fue de 15 millones de dólares durante la presidencia de Trump, una cifra que luego fue aumentada a 25 millones de dólares por la administración de Joe Biden.
A pesar de los intentos de la comunidad internacional por deponerlo, Maduro sigue en el poder en Venezuela, respaldado por una sólida estructura de poder interno y el apoyo de aliados como Rusia y China.
Las denuncias de fraude electoral durante su reelección en 2024 no hicieron mella en su posición, lo que ha generado una reacción contundente de la comunidad internacional, que ha calificado su gobierno de dictatorial.
El incremento de la recompensa, en este contexto, no solo busca una captura efectiva, sino que parece enviar un mensaje claro de que, bajo el liderazgo de Trump, Venezuela será llevada ante la justicia, independientemente de la resistencia de Maduro.
La relación de Maduro con el narcotráfico y el Tren de Aragua
Uno de los elementos centrales de las acusaciones contra Maduro es su supuesto vínculo con organizaciones criminales internacionales, como el Tren de Aragua (TdA), una de las bandas más peligrosas y expansivas de Venezuela.
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Maduro habría utilizado a estas organizaciones para promover «violencia mortal» y tráfico de drogas, incluyendo la cocaína con fentanilo, que ha afectado gravemente a la población estadounidense.
Pam Bondi, al anunciar la recompensa, subrayó la relación entre Maduro y TdA, sugiriendo que el presidente venezolano estaría utilizando a estos grupos como una herramienta para ejercer control sobre el narcotráfico.
Sin embargo, este argumento ha sido objeto de debate. Algunos expertos aseguran que aunque el gobierno de Maduro ha brindado refugio a estas bandas, no hay evidencia contundente de que el régimen las controle directamente.
La narrativa de que TdA opera como una organización terrorista patrocinada por el Estado venezolano ha sido criticada por algunos analistas, quienes argumentan que la realidad es mucho más compleja.
Las implicaciones de la política de Trump
La reciente medida de la administración Trump también se enmarca dentro de un giro pragmático en su relación con Venezuela.
En las últimas semanas, Estados Unidos y Venezuela alcanzaron un acuerdo que permitió la liberación de diez estadounidenses detenidos en Caracas, a cambio de la repatriación de migrantes deportados bajo la política migratoria de Trump.
Este intercambio, aunque celebrado por algunos como un avance humanitario, también ha desatado críticas, sobre todo por la liberación de Dahud Hanid Ortiz, un exsoldado estadounidense condenado por asesinato, lo que ha generado controversias en torno a la motivación detrás de las negociaciones.
Adicionalmente, la administración Trump permitió que Chevron reanudara sus operaciones petroleras en Venezuela, lo que, en opinión de varios analistas, refleja un enfoque pragmático que prioriza los intereses económicos de Estados Unidos sobre la política exterior de confrontación.
El aumento de la recompensa por Maduro podría ser interpretado como un intento de Trump por mantener una postura firme frente al régimen venezolano, mientras simultáneamente maneja las relaciones diplomáticas y económicas con pragmatismo.
Un enfoque polarizado: ¿Justicia o estrategia electoral?
El tema de la recompensa y las acusaciones de narcoterrorismo contra Maduro no solo tiene implicaciones geopolíticas, sino también domésticas para Trump.
Si bien la administración Trump ha mostrado un fuerte compromiso con la justicia internacional y la lucha contra el narcotráfico, la decisión de aumentar la recompensa podría estar dirigida, en parte, a consolidar el apoyo dentro de su base electoral, especialmente entre votantes que se sienten amenazados por el narcotráfico y la violencia asociada con las drogas.
Al mismo tiempo, el discurso agresivo sobre Venezuela podría desviar la atención de otros problemas internos en Estados Unidos, como la crisis económica o las tensiones sociales derivadas de su política migratoria.
Conclusión: ¿El fin de Maduro o el comienzo de una nueva fase de tensión?
La decisión de aumentar la recompensa por la captura de Nicolás Maduro es un reflejo de la política exterior de la administración Trump: una postura firme y punitiva contra aquellos que considera enemigos de la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sin embargo, también revela las complejidades del conflicto con Venezuela, un país que sigue resistiendo la presión internacional y en el que la figura de Maduro sigue siendo una piedra angular del poder político.
Mientras tanto, las acusaciones de narcoterrorismo y la relación con organizaciones como el Tren de Aragua seguirán siendo un tema central en la narrativa sobre el régimen venezolano, aunque muchos analistas sugieren que, más allá de la retórica, las soluciones no vendrán a través de la recompensa o la captura de un solo individuo.
El futuro de Venezuela, como siempre, dependerá de factores mucho más complejos que los simples gestos de confrontación política.
Crédito fotográfico: Times Now