
THE LATIN VOX (29 de junio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Con una ajustada votación de 51 a 49, el Senado de Estados Unidos superó este sábado un obstáculo clave para iniciar el debate formal sobre el ambicioso y controvertido proyecto legislativo apodado por el expresidente Donald Trump como su “gran y hermoso” plan económico.
El paquete, que fusiona recortes fiscales masivos, reducciones de gasto público y un aumento significativo en fondos para deportaciones, ha dividido incluso a los propios republicanos. No obstante, el avance logrado en esta sesión pone a Trump un paso más cerca de revitalizar su agenda económica en plena carrera electoral.
Un paquete gigantesco con implicaciones profundas
El texto legislativo, de 940 páginas, fue revelado justo antes de la medianoche del viernes, desencadenando tensiones tanto dentro como fuera del Capitolio. La propuesta no solo busca hacer permanentes los recortes fiscales de la primera presidencia de Trump, sino que además exime de impuestos las propinas y canaliza $350 mil millones en fondos para seguridad nacional, incluyendo su plan de deportaciones masivas.
Pero las verdaderas grietas dentro del partido gobernante surgieron en torno a los recortes sociales necesarios para financiar el proyecto. Algunas de las medidas más criticadas incluyen reducciones a Medicaid, cupones de alimentos y programas sociales clave. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el proyecto aprobado por la Cámara podría dejar sin cobertura médica a 10.9 millones de personas y reducir la asistencia alimentaria para al menos 3 millones más.
Disidencias internas y voces externas
A pesar del apoyo de la Casa Blanca, que emitió un comunicado respaldando el proyecto como una pieza “crítica” de la agenda de Trump, varios senadores republicanos expresaron sus reservas. El senador Rand Paul votó en contra del avance legislativo, alegando que aumentaría la deuda nacional en $5 billones. Thom Tillis, de Carolina del Norte, y Ron Johnson, de Wisconsin, también manifestaron preocupaciones, aunque este último terminó cambiando su voto en el último momento.
Mientras tanto, desde el sector privado, Elon Musk, uno de los donantes más visibles de Trump, arremetió contra el proyecto desde su red social X, advirtiendo que “destruirá millones de empleos” y que “daña gravemente las industrias del futuro como la energía limpia”, al imponer nuevos impuestos sobre proyectos solares y eólicos.
El contraataque demócrata
El líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, denunció que el proyecto fue presentado “en plena noche” y acusó a los republicanos de intentar aprobarlo sin transparencia. Anunció que su bancada exigirá que todo el proyecto sea leído en voz alta en el pleno, una maniobra que podría retrasar la votación final por días.
Además, el cumplimiento con la llamada “Regla Byrd”, que restringe la inclusión de políticas no presupuestarias en proyectos financieros, obligó a los republicanos a realizar ajustes de último minuto. Algunas de sus propuestas, como el traslado de costos de cupones de alimentos a los estados o la reestructuración del Buró de Protección Financiera del Consumidor, fueron inicialmente bloqueadas pero luego reintroducidas con modificaciones.
Una cláusula particularmente polémica —que recorta un impuesto aplicado a proveedores médicos en Medicaid, clave para hospitales rurales— fue suavizada al establecer un fondo de $25 mil millones para apoyar a esos centros de atención.
Lo que viene
Aunque el debate está oficialmente abierto, se espera una maratónica serie de enmiendas, discursos nocturnos y negociaciones que podrían extenderse por varios días. Si el Senado logra aprobar la versión final del proyecto, este deberá regresar a la Cámara de Representantes para una última votación antes de ser enviado a la Casa Blanca.
Con las elecciones presidenciales en el horizonte, este megaproyecto representa no solo un intento por consolidar la visión económica de Trump, sino también una prueba de fuego para la unidad del Partido Republicano y el alcance de sus prioridades fiscales y sociales.
¿Será esta la victoria legislativa que el expresidente necesita para catapultar su regreso a la Casa Blanca, o terminará siendo una bomba política de tiempo?
Solo el Congreso —y quizás, el electorado— tendrán la última palabra.
Crédito fotográfico : AP