EE.UU: Trump elige prisión de máxima dureza para disuadir a migrantes indocumentados

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THE LATIN VOX (4 de septiembre del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz

En una movida que ha generado controversia a nivel nacional e internacional, la administración de Donald Trump ha decidido utilizar una de las prisiones más infames de Estados Unidos como centro de detención migratoria.

El objetivo, según palabras de la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kristi Noem, es claro: inducir al miedo y así promover la “auto-deportación” de personas que se encuentran en el país sin autorización legal.

Angola, la penitenciaría estatal de Luisiana, conocida por décadas de violencia, condiciones inhumanas y un pasado profundamente arraigado en la esclavitud, será ahora el nuevo hogar para lo que Noem describió como los “peores entre los peores” de los detenidos por Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

“Esta instalación fue elegida, absolutamente, por su reputación”, dijo Noem, de pie frente a un cartel recién colocado que dice: ‘Louisiana Lockup’ (El Encierro de Luisiana). “Aquí estarán los criminales más peligrosos”.

Hasta ahora, 51 personas ya han sido trasladadas al complejo, pero el gobernador de Luisiana, Jeff Landry, espera que esa cifra aumente a más de 400 en los próximos meses, en el marco del ambicioso plan de Trump para deportar a millones de inmigrantes.

Una prisión con historia oscura

El uso de Angola como centro de detención no es una elección cualquiera. Esta gigantesca instalación de 18.000 acres, ubicada en una zona rural y remota del estado, fue construida sobre lo que en el siglo XIX fue la plantación Angola, donde trabajaban más de 700 esclavos.

Tras la Guerra Civil, el lugar fue convertido en prisión, y durante décadas, los presos –en su mayoría afroamericanos– fueron utilizados como mano de obra para reemplazar a los esclavos liberados.

Durante las décadas de 1960 y 1970, Angola fue descrita como “la prisión más sangrienta de Estados Unidos”. Fue escenario de motines masivos, ejecuciones públicas, fugas violentas y reportes sistemáticos de abuso físico y psicológico.

Incluso hoy, Angola alberga a más de 50 reclusos condenados a muerte, y su museo muestra con orgullo artefactos como la silla eléctrica apodada “Gruesome Gertie”. La prisión sigue siendo activa, con internos que trabajan en los campos agrícolas bajo vigilancia armada montada a caballo.

Un mensaje claro: Miedo y castigo

El nuevo centro de detención migratoria está ubicado dentro de uno de los edificios que llevaba años abandonado y fue reacondicionado para esta nueva misión. Las celdas, de ocupación individual, están construidas con bloques de cemento y rejas de acero. Afuera, zonas al aire libre están cercadas por alambrado de púas en cinco capas y torres de vigilancia.

Durante un recorrido breve al que tuvo acceso la prensa, los funcionarios mostraron el entorno espartano de los nuevos espacios donde se alojarán los detenidos. El ambiente está diseñado, según observadores, para desalentar cualquier deseo de permanecer en EE.UU. sin autorización legal.

“Si creen que estas personas no deben estar aquí, el problema lo tienen ustedes”, dijo sin rodeos el gobernador Landry en la rueda de prensa.

Parte de un esfuerzo nacional más amplio

La instalación de Angola es solo una pieza del rompecabezas de la nueva estrategia migratoria de Trump. En los últimos meses, el gobierno federal ha anunciado otras prisiones con nombres impactantes como “Alligator Alcatraz” en los Everglades de Florida (actualmente en proceso de cierre), el “Speedway Slammer” en Indiana y el “Cornhusker Clink” en Nebraska. Todos buscan proyectar una imagen de dureza y castigo.

Sin embargo, críticos de derechos humanos y organizaciones migratorias han alertado que esta política criminaliza injustamente a personas que, en muchos casos, no tienen antecedentes penales y cuya única falta ha sido cruzar la frontera en busca de una vida mejor.

Pese a que el nuevo centro en Angola solo podrá albergar a unas 400 personas, es parte de un ambicioso plan aprobado en julio con un presupuesto de 45000 millones de dólares para expandir la infraestructura de detención migratoria en todo el país.

Un eco de la historia que se repite

Utilizar una prisión con un pasado ligado a la esclavitud para detener migrantes no ha pasado desapercibido. Angola es un símbolo de una historia de opresión racial en EE.UU., y su nuevo rol reaviva debates sobre la continuidad de prácticas deshumanizantes en el sistema penal y migratorio estadounidense.

Mientras tanto, para quienes están detenidos allí, lo que les espera no es solo un proceso migratorio, sino también un mensaje brutal: el miedo como política de Estado.

Crédito fotográfico: AP News


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