
THE LATIN VOX (28 de junio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Las relaciones comerciales entre Canadá y Estados Unidos han entrado en una nueva fase de tensión luego de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara la suspensión inmediata de las negociaciones bilaterales, en represalia por el nuevo Impuesto a los Servicios Digitales (DST) que Ottawa ha impuesto sobre las grandes plataformas tecnológicas.
«Es un ataque directo a nuestro país», dijo Trump desde la Oficina Oval este viernes, en referencia a la medida canadiense que obliga a gigantes tecnológicos como Amazon, Google, Meta, Uber y Airbnb a pagar un gravamen del 3% sobre sus ingresos generados por usuarios canadienses.
El impuesto, que entra en vigor el próximo 30 de junio y se aplicará retroactivamente, podría costar a estas empresas estadounidenses más de 2000 millones de dólares. Para Trump, esta política es inaceptable y va en contra del espíritu de colaboración comercial entre ambos países.
«Vamos a detener todas las negociaciones con Canadá hasta que rectifiquen», sentenció el presidente, calificando al país vecino de «difícil para comerciar» y afirmando que Washington tiene «mucho poder sobre Canadá».
Una jugada arriesgada en un contexto delicado
La decisión de Trump se produce apenas días después de la cumbre del G7, donde él y el primer ministro canadiense Mark Carney habían acordado buscar una solución al conflicto arancelario actual dentro de 30 días. Estados Unidos mantiene tarifas punitivas sobre productos canadienses, lo que ha provocado pérdidas de empleos, interrupciones económicas y una caída en las exportaciones hacia el sur.
Aunque el nuevo impuesto digital se inspira en políticas similares adoptadas en Europa, Trump lo ve como una provocación y ha amenazado con imponer aranceles generalizados a productos canadienses si no se elimina el DST.
Canadá se mantiene firme
Desde Ottawa, la reacción ha sido moderada pero firme. El primer ministro Carney evitó responder directamente sobre si Canadá estaría dispuesto a retirar el impuesto, y declaró:
«Seguiremos negociando en función de lo que sea mejor para los canadienses.»
El ministro de Finanzas, François-Philippe Champagne, reafirmó la semana pasada que Canadá seguirá adelante con la implementación del DST, incluso mientras continúan las conversaciones con Estados Unidos.
Por su parte, la ministra de Asuntos Exteriores, Anita Anand, sostuvo que el impuesto digital es parte de un esfuerzo más amplio para modernizar el sistema fiscal frente a corporaciones globales que tradicionalmente han evadido contribuciones significativas en los países donde operan.
«No podemos permitir que nuestras políticas económicas estén sujetas a presiones externas», dijo Anand, quien también destacó la importancia de diversificar las cadenas de suministro y mencionó el reciente acuerdo estratégico entre Canadá y la Unión Europea como parte de esa estrategia.
Negociaciones en terreno volátil
Los expertos en comercio internacional coinciden en que los actuales roces forman parte del vaivén natural de las negociaciones de alto nivel. Candace Laing, presidenta de la Cámara de Comercio de Canadá, subrayó que “las negociaciones tienen picos y valles, y con los plazos cerca, era esperable alguna sorpresa”.
A pesar de la tensión, la comunidad empresarial en ambos lados de la frontera espera que se recupere el tono constructivo que marcó los últimos encuentros entre Trump y Carney.
Qué está en juego
- El Impuesto a los Servicios Digitales afecta a empresas extranjeras con ingresos superiores a 20 millones de dólares en Canadá.
- Se espera que recaude más de 2000 millones de dólares estadounidenses en su primer año de implementación.
- Estados Unidos sostiene que la medida discrimina a sus empresas y ha amenazado con represalias comerciales amplias.
- Canadá argumenta que el impuesto busca corregir lagunas fiscales y alinear su sistema con una economía digital global en rápida evolución.
A medida que se acerca el 30 de junio, fecha clave para la entrada en vigor del DST, el reloj corre para encontrar una salida diplomática que evite una nueva escalada en la relación económica entre los dos países más interdependientes del hemisferio occidental. El mundo observa con atención.
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