
THE LATIN VOX (26 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos, volvió a generar controversia con sus demandas para adquirir Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, en una conversación telefónica calificada como «horrenda» por altos funcionarios europeos. La llamada, que tuvo lugar la semana pasada, fue un enfrentamiento tenso con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, quien reiteró que Groenlandia no está a la venta.
Según fuentes cercanas al tema, la charla de 45 minutos fue descrita como agresiva y confrontacional por parte de Trump, quien insistió en su deseo de que Estados Unidos tomara control de la isla. Varios altos funcionarios europeos, tanto actuales como antiguos, confirmaron que la llamada dejó una fuerte impresión en Dinamarca, que se encuentra en «modo de crisis» tras la insistencia del presidente electo en su petición.
«Fue una ducha fría. Antes, era difícil tomarse en serio sus demandas, pero ahora creo que es algo serio y potencialmente muy peligroso», comentó una de las fuentes al Financial Times. Otra fuente reveló que «la intención fue muy clara: quieren Groenlandia», mientras que un tercero expresó que los daneses están «totalmente aterrados por esto».
Una amenaza directa
La llamada, que ha sido calificada de «muy dura» por algunos de los implicados, incluyó amenazas de medidas específicas contra Dinamarca, entre ellas la imposición de aranceles selectivos, según un antiguo funcionario danés.
Este tipo de presión económica refleja la postura intransigente de Trump, quien ya había expresado anteriormente su deseo de que Estados Unidos tomara control de Groenlandia, citando razones de «seguridad económica».
La isla, rica en recursos naturales como petróleo, gas y materiales valiosos para tecnologías verdes, es considerada por Trump un activo estratégico para la economía estadounidense.
Durante su mandato, Trump había sugerido que Estados Unidos necesitaba Groenlandia para «seguridad económica», una postura que generó rechazo tanto en Dinamarca como en Groenlandia. En una conferencia de prensa meses antes, Trump llegó incluso a mencionar que no descartaba el uso de la fuerza militar para tomar el territorio.
El rechazo danés
La respuesta de Frederiksen fue contundente. En una entrevista reciente, la primera ministra danesa afirmó que Groenlandia «no está en venta», subrayando que «desde la perspectiva del gobierno danés, Groenlandia le pertenece a los groenlandeses».
En 1953, Groenlandia se convirtió en parte del Reino de Dinamarca, aunque en 1979 se le otorgó un sistema de autogobierno. A pesar de que Dinamarca mantiene el control sobre la política exterior y de seguridad de Groenlandia, la isla cuenta con su propio parlamento, lo que refuerza la idea de que su futuro debe ser decidido por su población.
El primer ministro de Groenlandia, Múte Egede, ha sido firme en su postura de independencia. En su discurso de Año Nuevo, Egede expresó su deseo de que Groenlandia se libere «de las cadenas del colonialismo». Tras una visita de Donald Trump Jr. a la isla este año, Egede reiteró: «Somos groenlandeses. No queremos ser estadounidenses. Tampoco queremos ser daneses. El futuro de Groenlandia lo decidirán los groenlandeses.»
Implicaciones internacionales
El episodio revive la tensión entre las políticas de Trump y los países aliados de Estados Unidos. La insistencia de Trump en adquirir Groenlandia, en un momento de creciente rivalidad global con China y Rusia, pone en evidencia la urgencia con la que el expresidente busca asegurar recursos estratégicos para su país. Sin embargo, la postura de Dinamarca y Groenlandia refleja una clara resistencia a ceder a las presiones externas, reafirmando su derecho a la autodeterminación.
Además, la controversia pone en el centro del debate las ambiciones geopolíticas de Estados Unidos en el Ártico, una región rica en recursos naturales pero también de creciente interés para otras potencias como Rusia y China. La decisión de Dinamarca de no ceder Groenlandia a Trump podría convertirse en un punto de fricción en las relaciones entre ambos países en el futuro cercano.
La persistencia de Donald Trump en su demanda por Groenlandia muestra una vez más su enfoque confrontacional y su estrategia basada en la presión para obtener lo que considera vital para los intereses de Estados Unidos.
Sin embargo, la firme resistencia de Dinamarca y Groenlandia, defendiendo la soberanía y la autodeterminación de los groenlandeses, pone en evidencia los límites de la influencia estadounidense en esta región estratégica.
A medida que se desarrollen los acontecimientos, se observará si la relación entre estos actores internacionales se ve aún más tensada o si, por el contrario, se logra una solución diplomática a esta disputa.
Crédito fotográfico: MANDEL NGAN/VESA MOILANEN/Lehtikuva/AFP via Getty Images