En un desarrollo reciente y significativo, tanto Estados Unidos como el Reino Unido han dado su aprobación para que Ucrania utilice misiles de largo alcance contra territorio ruso. Esta decisión ha sido tomada en respuesta a la creciente participación de tropas norcoreanas en apoyo a Rusia en la región de Kursk. Esta medida representa un cambio en la postura de ambos países occidentales, que anteriormente habían evitado permitir ataques directos a Rusia.
El presidente Joe Biden y el primer ministro del Reino Unido, Sir Keir Starmer, han justificado esta acción como una necesidad para contrarrestar la escalada del conflicto y apoyar a Ucrania en su defensa. Sin embargo, esta decisión ha generado preocupaciones sobre una posible respuesta de Rusia, que podría incluir una escalada en el uso de armas nucleares.
El Kremlin ha declarado que cualquier ataque con misiles de largo alcance por parte de Ucrania sería considerado un ataque conjunto de Estados Unidos y el Reino Unido, lo que podría desencadenar una respuesta nuclear. Esta amenaza ha sido vista como una táctica de intimidación por parte de Rusia, pero también ha subrayado la gravedad de la situación actual.
En respuesta a estas declaraciones, el gobierno de Estados Unidos ha reafirmado su compromiso con la defensa de Ucrania y ha advertido a Rusia sobre las consecuencias de cualquier acción nuclear. El secretario de Defensa de EE.UU., John Healey, ha declarado que la respuesta de Rusia sería vista como una agresión directa contra la OTAN y que Estados Unidos y sus aliados están preparados para responder de manera contundente.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la posible escalada del conflicto y ha instado a ambas partes a buscar una solución diplomática. Las Naciones Unidas han convocado una reunión de emergencia para discutir la situación y explorar opciones para reducir las tensiones.