En un análisis reciente, se ha observado que Canadá está experimentando una variante peculiar del populismo de derecha, a menudo denominada como el “Trumpismo educado”. A diferencia de su contraparte estadounidense, este movimiento político en Canadá se caracteriza por su tono más moderado y su enfoque menos polarizador.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha planteado la cuestión central: ¿Debemos ser un país que se preocupa por el bienestar mutuo o debemos seguir un camino que amplifique la ira, la división y el miedo?. Aunque Canadá no está exento de tensiones políticas y desafíos, su democracia sigue siendo sólida y resiliente.
Este fenómeno de “Trumpismo educado” en Canadá merece la atención del mundo. Ottawa ofrece una lección valiosa sobre cómo mantener una sociedad cohesionada y un sistema político funcional sin recurrir a la retórica incendiaria y la confrontación constante. Es un recordatorio de que la política puede ser apasionada sin ser destructiva.