La ciudad de Smiths Falls, en la provincia de Ontario, ha vivido una montaña rusa económica en los últimos años, impulsada por dos industrias muy diferentes: el chocolate y el cannabis. La ciudad pasó de ser un próspero centro chocolatero a sufrir una crisis cuando la fábrica de Hershey cerró en 2008, dejando a cientos de personas sin trabajo. Pero la ciudad se reinventó cuando la empresa de cannabis Canopy Growth se instaló en las antiguas instalaciones de Hershey en 2013, convirtiéndose en el mayor productor legal de marihuana del mundo.
Smiths Falls se benefició del auge del cannabis, que generó empleo, inversión y turismo. La ciudad se convirtió en un destino para los aficionados a la marihuana, que podían visitar la sede de Canopy Growth y el museo del cannabis que se abrió en 2019. La empresa también apoyó a la comunidad local con donaciones y patrocinios.
Sin embargo, la industria del cannabis también ha tenido sus altibajos, especialmente después de la legalización del consumo recreativo en Canadá en 2018. La sobreoferta, la competencia y la regulación han afectado a los ingresos y las acciones de Canopy Growth, que ha tenido que recortar personal y cerrar algunas instalaciones. La pandemia de COVID-19 también ha supuesto un reto para la empresa y la ciudad.
Pero Smiths Falls no se rinde y sigue buscando nuevas oportunidades para diversificar su economía. Una de ellas es el regreso del chocolate, gracias a la empresa Tweed, una subsidiaria de Canopy Growth que produce chocolates con cannabis. Tweed ha relanzado la marca Hershey en Smiths Falls, utilizando las antiguas máquinas y recetas de la fábrica original. La empresa espera que el chocolate con cannabis sea un éxito entre los consumidores y los turistas, y que contribuya a revitalizar la ciudad.
Smiths Falls es un ejemplo de cómo una pequeña ciudad puede adaptarse a los cambios y aprovechar las oportunidades que le ofrece el mercado. El chocolate y el cannabis han sido los motores de su economía, pero también de su identidad y su orgullo.