El fin del impuesto al carbono y las campañas electorales

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THE LATIN VOX (19 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

El impuesto al carbono, una de las políticas emblemáticas del gobierno de Justin Trudeau, parece estar llegando a su fin, un giro inesperado después de que casi todas las principales fuerzas políticas canadienses, en las elecciones de 2021, se comprometieran a implementarlo como parte de su estrategia contra el cambio climático.

Ahora, a medida que nos acercamos a las elecciones federales de 2025, el panorama parece haber cambiado radicalmente, y el futuro de este impuesto está más incierto que nunca.

Para entender cómo llegamos a este punto, basta con observar una cadena de eventos relativamente simple: la caída de Erin O’Toole de la presidencia del Partido Conservador, el ascenso de Pierre Poilievre y el impacto de la inflación.

Mientras el exlíder conservador O’Toole había incluido el impuesto al carbono en su plataforma, su sucesor Poilievre ha hecho del rechazo al impuesto uno de sus caballitos de batalla, proclamando que su principal objetivo es «eliminar el impuesto al carbono» en una eventual victoria electoral.

Lo irónico es que, al margen de las polémicas políticas, el propio Trudeau, defensor del impuesto, comenzó a mostrar señales de debilidad al exemptar el aceite de calefacción doméstica de la medida en 2023.

A pesar de que algunos señalan que el impuesto al carbono fue un factor menor en el aumento del costo de los alimentos, las críticas crecieron. La investigación más reciente indica que la contribución del impuesto al aumento de los precios ha sido inferior al 0.5%, lo que hace que el desmantelamiento del sistema pueda tener efectos negativos, ya que la mayoría de los ingresos del impuesto se devolvían a los hogares canadienses en forma de reembolsos.

En este sentido, el verdadero debate parece haberse desplazado más allá de la existencia del impuesto al carbono. Con su probable desaparición, la gran pregunta ahora es cómo Canadá reducirá sus emisiones de gases de efecto invernadero sin esta herramienta.

Un impuesto al carbono …pero ¿qué sigue?

El sistema de precios del carbono implementado en 2019 por el gobierno liberal tiene dos componentes: el cargo sobre los combustibles, que impacta directamente el precio que los consumidores pagan por la gasolina, y un sistema de comercio de emisiones dirigido a las grandes industrias.

Aunque la atención se ha centrado en el primer componente, son las grandes industrias las que se espera que contribuyan con la mayor parte de las reducciones de emisiones entre ahora y 2030, según el Instituto Canadiense del Clima, con un aporte proyectado de entre el 20% y el 48%.

De hecho, Poilievre ha dejado claro que no planea derogar las reglas que afectan a las grandes emisoras industriales, ya que oponerse a ellas podría exponerlo a ataques sobre su supuesta defensa de los «grandes contaminadores». Al mismo tiempo, eliminar estas políticas dificultaría enormemente la explicación de cómo un gobierno conservador cumpliría con los compromisos de emisiones internacionales de Canadá.

El futuro del sistema industrial de precios puede incluso volverse aún más relevante si otros países o regiones implementan ajustes de carbono en las fronteras, tarifas que tomarían en cuenta las diferencias en las políticas de emisiones. Así, aunque el impuesto al carbono como lo conocemos podría no sobrevivir, las políticas industriales de precios pueden continuar, y posiblemente ser incluso más estrictas para garantizar una mayor reducción de las emisiones.

¿Una solución alternativa?

Si bien el final del impuesto al carbono podría ser visto como un fracaso en la comunicación de sus beneficios, también podría marcar el comienzo de un debate más amplio sobre cómo reducir las emisiones.

En su aparición pública más reciente, Mark Carney, exgobernador del Banco de Canadá, sugirió que si el impuesto es abolido, debe ser reemplazado por algo igualmente o más efectivo para reducir las emisiones, al mismo tiempo que permita a las empresas canadienses seguir siendo competitivas y genere nuevos empleos.

«Si van a eliminar el impuesto al carbono, debe reemplazarse con algo que sea, al menos, igual de efectivo», dijo Carney. Esto no solo implica reducir las emisiones, sino también proteger a las familias canadienses y asegurar que la economía siga creciendo de manera sostenible.

En este contexto, Poilievre y otros líderes tienen aún muchas preguntas por responder sobre cómo llenar el vacío dejado por el impuesto al carbono. Y mientras tanto, el cambio climático continúa siendo una amenaza cada vez más urgente.

La verdadera cuestión: El cambio climático

Independientemente de lo que ocurra con el impuesto al carbono, el cambio climático no desaparece. Canadá, al igual que muchos otros países, sigue enfrentando una crisis medioambiental que exige respuestas concretas.

Por lo tanto, aunque la desaparición del impuesto sea un revés para los planes climáticos de Trudeau, la cuestión fundamental no es el impuesto, sino cómo el país reducirá las emisiones y protegerá su futuro.

El futuro del impuesto al carbono puede parecer incierto, pero la lucha contra el cambio climático continúa siendo la verdadera batalla. La política puede cambiar, pero la necesidad de actuar sigue siendo urgente. Y quizás, ahora más que nunca, el debate debe centrarse en cómo Canadá reducirá efectivamente sus emisiones de gases de efecto invernadero y garantizará un futuro sostenible para las generaciones venideras.

Crédito fotográfico: THE CANADIAN PRESS/Nathan Denette


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