
El 23 de febrero de 2025, la administración del presidente Donald Trump anunció la eliminación de 2,000 puestos en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la colocación en licencia administrativa de casi todo el personal restante a nivel mundial. Esta medida forma parte de un esfuerzo más amplio para reestructurar el gobierno federal, liderado por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), bajo la dirección de Elon Musk.
La decisión afecta significativamente a USAID, la principal agencia de asistencia internacional de Estados Unidos, responsable de programas humanitarios y de desarrollo en todo el mundo. Críticos de la medida argumentan que estos recortes socavan la capacidad de respuesta de Estados Unidos ante crisis globales y disminuyen su influencia en el extranjero. Además, se han presentado desafíos legales por parte de sindicatos y contratistas gubernamentales, cuestionando la autoridad de la administración para implementar tales cambios sin la aprobación del Congreso.
El Departamento de Eficiencia Gubernamental, creado recientemente y encabezado por Musk, ha defendido la reestructuración como un paso necesario para reducir el gasto federal y enfocar los recursos en prioridades nacionales. Sin embargo, exfuncionarios de USAID y expertos en política exterior advierten que desmantelar agencias clave como USAID podría tener efectos perjudiciales a largo plazo en la estabilidad global y en los intereses estratégicos de Estados Unidos.